Sábado, 10 de agosto 2019, 13:37
Cuando Eva Morales tenía 8 meses, su familia notó comportamientos anómalos. Les sorprendía que la niña no se girase al oír un fuerte ruido o no reaccionase cuando la llamaban por su nombre. Ante esta situación, acudieron al médico y su diagnóstico fue sordera bilateral profunda. “Fue un duro golpe, no notas nada y de repente es sorda. Empiezas a hacerte preguntas, la mayoría estúpidas, te planteas cómo será capaz de relacionarse o estudiar”, explicó su tía, que también se llama Eva María Morales.
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Cuando la niña nació no se hacía el screening auditivo. Hasta que creció no pudieron notar su enfermedad. A tan corta edad, empezó a ser sometida a numerosas pruebas hasta que llegó el día en el que les dieron la noticia: su sordera tenía solución. Una valiente niña de apenas año y medio se sometió a una cirugía de aproximadamente 4-5 horas. “Nos dio miedo, tenían que abrirle la cabeza, rasparle el huesecillo para encajar el aparato y después poner la parte externa”, explica Eva Mª. Tras la operación, Eva se tuvo que someter a un año de intensa rehabilitación. Su tía se convirtió en su compañera, atravesaron juntas este periodo y se han mantenido así hasta el día de hoy.
En el colegio, Eva no soportaba el ruido que había y empezó a arrancar los cables de su implante. “Reparar el cableado no lo cubre la Seguridad Social y es muy caro. Actualmente cada cable vale 150 euros. Antes tenía otro precio, pero aun así, imagínate lo que era pagar un cable cada poco tiempo”, afirma Eva Mª. Años después, el implante coclear de Eva se estropeó y tuvo que ser intervenida otra vez. Creen que el fallo podía haber producido los ruidos molestos. Los médicos cambiaron su viejo implante por otro nuevo. “Volvería a operarla, es duro, pero estamos muy contentos. Fue un alivio que lo tuviera cuando era pequeña. Íbamos por la calle y si se adelantaba corriendo, podía gritarle para que se parara ante un paso de peatones”, recuerda su tía.
En las audiometrías, Eva siempre saca sobresalientes. “Oye perfectamente, pero tiene algunas dificultades para mantener conversaciones. Tiene ciertas características vinculadas al espectro autista. Le diagnosticaron así porque era lo más parecido a sus comportamientos, pero tiene otros que no son compatibles con esa enfermedad”, declara. Durante este periodo, Eva Mª desconocía el mundo de la sordera y no sabía de nadie que estuviera pasando por lo mismo. Tras una recomendación, encontró la Asociación de Padres de Niños Sordos de Salamanca. Encontró un refugio, consuelo y toda la información necesaria para entender la nueva situación de su sobrina.
Toñi Velasco coincide con Eva María en la importancia de la prueba del screening auditivo. Cuando Andrea Sánchez nació hace 25 años, su madre Toñi no sospechó que pudiera sufrir sordera. “Le tocábamos las palmas y sonreía. En aquel momento pensábamos que oía, ahora sabemos que solo notaba las vibraciones”, explica. Un día, su tío, que es músico, tocó y Andrea no reaccionó. Ese fue el punto de inflexión en el que decidieron investigar.
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Toñi acudió a todos los especialistas posibles. Le dieron diagnósticos erróneos hasta que fue evaluada como sordera bilateral profunda. Hasta los 11 años, Andrea evolucionó mucho con el audífono digital. “No quise operarla hasta que el foniatra y el otorrino estuvieran de acuerdo. Notamos que ya no iba a evolucionar más con audífonos, así que la operamos”, afirma Toñi. Durante la Semana Santa, Eva se sometió a la operación. “La adaptación al implante fue genial, solo faltó quince días al colegio”, explica su madre.
La niña asistió durante once años al logopeda, lo que le permitió tener una gran autonomía. Sus padres han luchado muy duro para que ella pudiera tener las mejores oportunidades. “Empezó a hablar muy pronto, comprende todo y sabe lo que dice”, aclara. Toñi sostiene que las personas sordas no reciben el apoyo suficiente. “Que tengan el implante no significa que dejen de ser sordos. En el instituto mi hija solo tenía un intérprete durante 3 de las 6 horas lectivas. Durante las horas restantes, no dejaba de ser sorda. Dan el argumento de que se tienen que esforzar más, pero son sordos y eso no va a cambiar. Debemos ayudarles. Aunque ella se maneja bien con el implante, tiene que hacer un gran esfuerzo para recibir absolutamente toda la información”, subraya.
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