El servicio de Neurocirugía en Salamanca ya ha consolidado una nueva técnica para operar los tumores cerebrales que consiste en colorear el tumor -mediante un fármaco- para poder distinguir qué partes del cerebro están sanas -y no conviene tocar- y cuáles se deben retirar. El jefe de Neurocirugía, Álvaro Otero, explica que la resección de tumores guiada por fluorescencia es un procedimiento que se lleva utilizando durante los últimos dos años y que no es raro, sino que se están superando las 20 intervenciones al año: cerca de dos veces al mes.
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“Unas cuatro horas antes de operar al paciente, a primera hora de la mañana, le damos un jarabe para que lo beba y lo que hace esta sustancia es que solo va hacia las células del tumor, mientras que el resto de partes del cerebro no la captan”, explica Otero.
Una vez en quirófano, los cirujanos proceden a retirar la tapa del cráneo del enfermo y a simple vista el efecto de ese ‘jarabe’ es imperceptible, pero la ‘magia’ surge cuando se cambia el filtro del microscopio. “Cuando miramos el cerebro con una luz de xenón no diferenciamos el tumor de un cerebro sano. En cambio, cambiando uno de los filtros del microscopio, el cerebro se ve normal mientras que el tumor es rosa”, detallan.
Es un efecto similar al que se ve en las películas policiales, cuando se analiza la escena de un crimen y los investigadores emplean una luz ultravioleta para descubrir todo tipo de manchas que permanecían ocultas al ojo humano.
“Mientras que algunos tumores están bien definidos, otros tumores cerebrales no son como una bola, sino que se va metiendo y profundizando en el cerebro como si fueran los dedos de un guante y eso hace muy complicado distinguir zona sana de zona afectada. El cerebro tiene un color blanquecino, mientras que el tumor es algo más grisáceo, pero a veces es muy parecido. Con cierta experiencia puedes notar una diferencia consistencia, pero eso engaña y aquí cada centímetro cuenta”, advierte el especialista.
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A diferencia de otras especialidades quirúrgicas, la Neurocirugía no puede permitirse retirar el tumor con ‘márgenes de seguridad’ para asegurarse de que no queda nada maligno. Algunos servicios que tratan con tumores retiran algunos centímetros más de lo que creen suficiente para así estar seguros de que el cáncer se ha quitado por completo, pero “en el cerebro, si te vas medio centímetro de más, puedes dejar graves secuelas al paciente y el objetivo es que las personas queden perfectas pese a haber tenido un tumor en el cerebro”, reflexiona el jefe de servicio, que añade: “De hecho, cuando ves que van a quedar secuelas después de la operación te planteas no quitarlo porque la supervivencia es peor”, reconocen desde el Hospital de Salamanca.
La técnica que utilizan los neurocirujano para retirar el tumor del cerebro es mediante ultrasonidos que “machacan el tumor” y posteriormente van aspirando las partes malignas hasta dejar la zona ‘limpia’. En este caso no es posible recurrir a la cirugía no invasiva, sino que es inevitable abrir la tapa del cráneo del paciente. “Se trata de una zona que cicatriza inmediatamente y revasculariza muy bien”, indican. Aunque parezca un método cruento, el resultado es que “la circulación busca sus vías y se rehace francamente bien, aunque pueda perder un poco de sensibilidad en la zona de la cicatriz”, concluye el doctor Otero.
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