Jueves, 22 de septiembre 2022, 20:25
Este miércoles, la imagen del discurso de Vladimir Putin copaba las cabeceras de noticiarios de todo el mundo. El presidente ruso anunció que movilizará a 300.000 reservistas y está dispuesto a contestar a occidente con represalias nucleares. Una noticia que, para algunos rusos al despertar este miércoles, representaba su entrada a un conflicto que hasta hace unos días solo veían en los telediarios, mientras que para otros, a miles de kilómetros de su patria, las palabras de Putin resultan desesperanzadoras para el bienestar tanto de su país, como del resto del mundo. Es el caso de Makarov Iurii y Nesid Kozlov.
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Makarov Iurii es refugiado ruso en Salamanca y a los pocos días de empezar el conflicto quemó su pasaporte en protesta contra Putin. Llegó a España sin nada más que con lo puesto. Vivió en la calle varios días en Madrid hasta que solicitó asilo internacional en una comisaría. Él tuvo que escapar del país por las persecuciones por razones de género además de unas falsas acusaciones de narcotráfico, ante lo que no le quedó más remedio que huir.
“En Rusia, una persona común puede desaparecer si lo desean. Putin debería haber sido destituido del poder hace mucho y juzgado como criminal pues durante su gobierno eliminó la sanidad, la educación y la industria”, asegura Iurii de forma rotunda, pero sus conciudadanos, a pesar de la “desarrollada propaganda” que emplea el gobierno, están empezando a “percibir la realidad y quieren un cambio”, que cada vez es más requerido, sobre todo tras este último discurso pues “ya no existe un ejército regular como tal, están soltando presos para luchar y también reclutan a los jóvenes adultos bajo pena de cárcel”.
El refugiado ruso indica que la corrupción del gobierno de su patria ha alcanzado tal tamaño que ahora están introduciendo leyes para “tratar de protegerse a sí mismos, como la legislación que prohíbe criticar a las autoridades o la ley para no juzgar a los funcionarios por un soborno”, a pesar de esto, “dentro del propio gobierno hay conflictos entre ellos y han llegado a arrestar al jefe de aduanas, ya que como de costumbre se le encontraron 15 toneladas de oro”.
Iurii ansía el momento en que “la guerra acabe con el gobierno de Putin”, o al menos que en la cúpula del gobierno haya alguien lo suficientemente valiente como para plantar cara al presidente ruso y evitar que use armas nucleares.
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Asimismo, sostiene que los medios de comunicación están “bajo control del gobierno, incluso bloquean muchos portales de internet, pero no pueden con todo el contenido, está ahí”.
Makarov Iurii anhela volver a su patria, pues ha dejado a familiares allí. “Me encantaría volver si se convirtiera en un país que respeta las leyes y con libertad de expresión, pero hasta que no cambie lo único que me espera allí es la prisión o la muerte”, manifiesta.
Por su lado, Nesid Kozlov, de origen ruso, llegó a España en 2006 y vive en Salamanca desde 2012, donde ha tenido la oportunidad de fraguar una vida y construir una familia, aunque no se olvida de la que tiene en Rusia. “Siempre trato de volver a visitar a la familia pero ahora es imposible con el alistamiento obligatorio”, afirma Kozlov, aunque reconoce que no le importaría luchar “en caso de necesidad” pues sigue siendo ruso. “España es mi segunda tierra pero estaría honrado de defender a mi país por necesidad, no por la ideología de un loco que quiere demostrar que tiene más poder. Cualquier lucha debe servir a un bien común y no a un exterminio”, recalca.
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Kozlov, ante la amenaza de ataques nucleares de Putin, apuesta por que sea un mero “farol” para aprovecharse de la situación. “La amenaza invisible es mejor pretexto sobre la multitud que una visible, no hace falta decir las consecuencias que puede acarrear”, expresa con seguridad. Aunque piensa que la guerra “no acabará hoy ni mañana mientras los líderes mundiales, no solo Putin, decidan que así sea”.
A su vez, el pueblo ruso se envuelve en una multitud de manifestaciones contra la guerra en las que están siendo detenidos cientos de ciudadanos, ante eso, Kozlov explica que, a pesar de estas manifestaciones, no habrá mucha repercusión, ya que la población está educada de manera que “tienes que amar a tu patria por encima de todo, cualquier decisión del gobierno por el pueblo es totalmente legítima así que oponerse contra el sistema es traicionar al pueblo”. Por lo que añade que los castigos son “bastante severos, ya que siempre ha habido revolucionarios, sin embargo nadie quiere ser el mártir”. Pues en esos disturbios cada persona se plantea si merece la pena seguir. “No son solo represalias físicas, ya que no dejas de tener a tu familia, y pueden llegar a tu trabajo, al de tu mujer y arruinarte la vida que tanto te has esforzado en construir”, concluye.
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