Enrique Romero posa delante de los vítores de doctores de la Facultad de Geografía e Historia ALMEIDA

El ingeniero jubilado nombrado doctor ‘cum laude’ a los 72 años

Enrique Romero cursó el grado de Geografía e Historia en 4 años, un máster y ha presentado su tesis doctoral logrando la máxima valoración

Jueves, 11 de noviembre 2021, 17:03

Enrique Romero Pamo se mueve como pez en el agua en el ambiente estudiantil de Salamanca. Podría pasar por veterano profesor o catedrático universitario pero no, este jubilado de 72 años suma una década recorriendo los pasillos de la facultad de Geografía e Historia ... de la Universidad de Salamanca como alumno.

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Madrileño de ascendencia salmantina, Enrique Romero ya trabajó duro durante su vida laboral como ingeniero de telecomunicaciones vinculado al mundo de las multinacionales del sector de la microscopía. Pero ahora es un universitario más.

Enrique “papá”, le apodaban los compañeros de su promoción del Grado de Geografía e Historia. Con ellos se integró y no sólo compartió clase durante los cuatro años de carrera, trabajos grupales sino también alguna que otra fiesta universitaria. “Me invitaban y fui a alguna, pero ni me emborrachaba ni me quedaba hasta las cuatro de la mañana”, nos cuenta entre risas, mientras se toma un té con limón en una de las míticas cafeterías estudiantiles de la calle Serranos y rememora cómo en los años 70 era obligatorio vestir de traje y corbata para acudir a sus clases en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Telecomunicaciones en Madrid.

El apodo de “papá” le viene como anillo al dedo al ejercer de figura paterna fuera de las aulas. Enrique ha desempeñado tareas tan variopintas como consultor sentimental de los veinteañeros hasta llamar a los caseros de sus compañeros para resolver problemas con el alquiler o el piso. “Llegué a crear el grupo de voluntarios de apoyo a estudiantes extranjeros y estoy muy orgulloso”, recuerda.

Inquieto, activo y de “mente joven”, a los 61 años Enrique Romero se matriculó en el Grado de Geografía e Historia para seguir ampliando conocimientos y porque la Universidad de la Experiencia no le convencía. Tras concluir el grado a los cuatro años, con buenas notas y también algún que otro suspenso, realizó el Máster de Estudios Avanzados e Investigación en Historia y por último acaba de concluir su doctorado con 72 años. “Estar en la Universidad me ha ayudado a no envejecer”, reafirma el hombre, casado y con cuatro hijos, dos biológicos y dos de su segunda mujer.

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Entre estudios e investigaciones, este jubilado universitario ha tenido tiempo de escribir y autopublicar varios libros como “La resaca del Bachiller Solís”, “Alá en el Campo Charro” y el exitoso “Manual de instrucciones para universitarios primerizos” traducido incluso al inglés y al chino. Hace escasos días vivió uno de los “momentos más especiales” de su vida, el “broche” a su “segunda etapa universitaria”. En el salón de grados de la Facultad de Geografía e Historia expuso y defendió “de forma brillante” ante un tribunal y arropado por familiares, amigos, compañeros de promoción y numerosos profesores de la facultad, su tesis doctoral sobre Béjar, el auge y decadencia de una ciudad industrial en un periodo que abarca desde 1800 a 1939.

“Consideraba que mi formación era única, no sólo como historiador sino por mis conocimientos energéticos, tecnológicos y empresariales, por eso quería abordar la historia de Béjar no sólo desde el eje histórico sino en todos los ejes transversales”, explica Enrique Romero, a quien la profesora Josefina Cuesta le guió hasta el Instituto de Estudios de Ciencia y Tecnología de la Universidad donde conoció a su directora de tesis, la profesora de Historia económica Esther Sánchez, de la facultad de Economía.

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“Me lo he pasado bárbaro haciendo la tesis. No me ha costado. Es como un trabajo de fin de máster pero más largo”, confiesa el recién estrenado doctor, que durante los meses de pandemia se pasó “miles de horas” investigando en los archivos históricos de la provincia de Salamanca, del ayuntamiento de Béjar y de la Cámara de Comercio de Béjar, adaptándose a las restricciones de horarios, aforos y protocolos como las ventanas abiertas en pleno invierno.

“Conseguir la documentación ha sido lo más costoso, porque he analizado no sólo los temas empresariales sino también los políticos”, admite Enrique Romero, que después pasó otros meses encerrado en su despacho de su casa en Narros de Matalayegua, acompañado por su “música, café y cigarros”, para clasificar la información recabada y redactar las 378 páginas de su tesis doctoral que finalmente ha recibido la máxima calificación de sobresaliente ‘cum laude’.

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“Es una gran satisfacción el reconocimiento de los profesores. Es lo que más vale. Así como saber que podrán recurrir a mi trabajo”, subraya el doctor, mientras nos muestra orgulloso los innumerables comentarios y ‘me gusta’ que también ha recibido en su Facebook.

Un motivo de satisfacción para este jubilado que ya echa de menos el ambiente universitario. “A veces me cojo el coche y vengo a la facultad. Me tomo un café con algún profesor o charlo con algún alumno que me encuentro en la biblioteca. Así me quito el mono de soledad”, admite Enrique Romero, que llegó a matricularse también en el grado de Historia del Arte pero no siguió adelante. “Hice un cuatrimestre pero ya me topé con una nueva generación de jóvenes digitales, individualistas y pegados al móvil y al portátil. Era imposible integrarse”, explica.

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Y aunque acaba de alcanzar el máximo nivel académico, Romero Pamo ya tiene nuevo reto: trabajar con su directora de tesis y seguir investigando sobre la historia de Béjar desde 1939 hasta los años 70, para después publicar un libro. Un verdadero ejemplo de que el éxito universitario no tiene edad.

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