“Gochito, aunque sea un cerdito, está vacunado, tiene chip y va al veterinario para que le hagan la pedicura y le limen los colmillos”. Es la frase que María Pinto recalca una y otra vez cada vez que sale a la calle a pasear a su cerdo vietnamita y se topa con gente que se queda anonadada al ver cómo lleva a cabo las mismas rutinas que las que se pueden hacer teniendo un perro.
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Como Gochito, todos aquellos cerdos que formen parte de cualquier familia salmantina entran en la lista de animales que no podrán residir en una casa a raíz de la entrada en vigor de la nueva Ley de Bienestar Animal. La principal razón que se alega desde el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 es que este tipo de animales podrían contraer enfermedades con las que podrían contagiar a la gente que vive a su alrededor. Para María Pinto, la nueva normativa “no está correcta del todo”.
Partiendo de la base de que, en vez de incluir a todo tipo de animales para poderles dar un hogar y el cariño que se merecen, los están excluyendo y muchas especies como las tortugas, los conejos o las aves pueden perder la oportunidad de que alguien se encargue de sus crías, María Pinto asegura que la economía de las personas que, a día de hoy, se dedican a la venta de estos animales se irá hundiendo poco a poco al no tener la oportunidad que, hasta ahora, han tenido de comercializar con ellos sin hacerles ningún tipo de daño, tal y como se establece en la propia normativa.
“Me parece bien que, en la nueva ley, sean más estrictos con las sanciones por abandonos y por maltratos, pero de ahí a prohibir tener animales de compañía hay un gran paso. No estoy de acuerdo con esa parte porque pienso que lo único que va a generar es que haya más contrabando”, asegura María Pinto, que cada día vela por el cuidado de su cerdito, al que trajo de Madrid en el año 2020 cuando tenía mes y medio.
Llama la atención que, desde el confinamiento derivado por la pandemia del coronavirus, se ha puesto de moda la tendencia de tener todo tipo de animales en casa, ya que, por aquel entonces, era la única excusa con la que, al inicio de la cuarentena, se podía salir a tomar el aire. Fue a raíz de ese momento cuando la compra de animales se disparó. Para María Pinto, Gochito lleva siéndolo todo desde que lo trajo a la ciudad. En su día a día, significa algo más que desconexión y, por eso, no se imagina una rutina sin él.
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La incertidumbre que está generando la nueva normativa puede hacer mella en las numerosas familias que, como María Pinto, temen las represalias que podrían recibir por el simple hecho de disfrutar de su vida al lado de su animal de compañía.
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