Domingo, 10 de abril 2022, 16:16
Difícilmente hay una parte más delicada en el cuerpo humano que el cerebro. Dañar durante una cirugía medio centímetro de más puede traducirse en que “el paciente pierda fuerza, no comprenda lo que se oye, no saber expresarse” y otro tipo de secuelas por las que los neurocirujanos son tan cautelosos a la hora de intervenir.
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Las fluorescencias están consiguiendo minimizar los daños cerebrales que, en ocasiones, son asombrosas.
En el Hospital de Salamanca se recuerda con frecuencia el caso de un paciente que era multilingüe y tuvo que ser operado por un tumor cerebral. “El tumor le había afectado unas áreas concretas del cerebro en las que se ‘asienta’ el lenguaje y cuando despertó había perdido la capacidad de hablar su idioma materno, pero sí podía hablar los otros idiomas que había ido aprendiendo”, relatan.
Los especialistas están comprobando que el idioma se localiza en distintas zonas del cerebro y mediante resonancias comprueban cómo se iluminan.
El servicio de Neurocirugía en Salamanca ya ha consolidado una nueva técnica para operar los tumores cerebrales que consiste en colorear el tumor -mediante un fármaco- para poder distinguir qué partes del cerebro están sanas -y no conviene tocar- y cuáles se deben retirar.
El jefe de Neurocirugía, Álvaro Otero, explica que la resección de tumores guiada por fluorescencia es un procedimiento que se lleva utilizando durante los últimos dos años y que no es raro, sino que se están superando las 20 intervenciones al año: cerca de dos veces al mes.
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