Lunes, 23 de marzo 2020, 19:42
Cuando Carmen Calvo escuchó las medidas del estado de alarma y observaba que se permitía sacar a los perros de las viviendas, pero no se hacía énfasis ni en las personas con discapacidad ni en las personas con trastornos del espectro autista no se mostró sorprendida. “Una siente muchas cosas, pero al final es impotencia porque demuestra lo invisibles que somos y seguimos siendo”, señala con una mezcla de resignación y reivindicación no escuchada. Afortunadamente el Real Decreto que regula el estado de alarma se modificó y desde la pasada semana se permitió que las personas con discapacidad puedan salir a la calle para realizar paseos cortos en compañía de un familiar o miembro de su entorno cercano.
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Hasta que eso se ha producido, Carmen, ha vivido en primera persona las consecuencias de la ruptura de las rutina de su hijo Alejandro, de 24 años. De repente, de su vida desapareció el centro de día, las visitas a los abuelos, la cafetería. Todo se convirtió en caos. “Desde el sábado 14 Alejandro ha tenido cuatro crisis muy fuertes al desaparecer todas sus rutinas”, detalla Carmen que además de presidenta de Ariadna es la mamá de Alejandro.
La primera crisis llegó el sábado 14. El calendario de tareas se había trastocado completamente por el inicio del estado de alarma. Los bares habían cerrado las puertas antes de que se decretara el aislamiento. “Fuimos a dar un paseo con el coche, pero al ser consciente de que cambiaba todo tuvo una crisis muy fuerte”, expresa. No entendía que no podía ir a jugar con sus primos, salir a hacer ejercicio. En la mañana del domingo se repitió. Cada vez iban ganando en intensidad. A última hora de la noche, fallecía la madre de Carmen, un golpe duro pero que aún no ha percibido Alejandro. “Todavía no es consciente de que no puede ver a la abuela, la última vez tardó en comprenderlo”.
El cierre del centro de día provocó completamente que se rompiera su rutina. “Tuvo una crisis de llanto muy fuerte. Fue terrible. Tuvimos que llamar al asistente personal que viniera de urgencia para ayudarnos y con la medicación de rescate logró tranquilizarse”, subraya y detalla el porqué de estas situaciones. “Mi hijo tiene unos hábitos muy marcados y cualquier cosa que le desestabilice le provoca esta circunstancia”. Ante esta situación, han llevado a cabo un cambio que está teniendo efectos positivos en Alejandro. El asistente personal ha creado un aula con todo lo necesario para establecer nuevas rutinas. Piezas de lego, ejercicios y formas de recuperar una vida normal.
Otras familias con las que ha tenido contacto este periódico detallan que el trastorno del espectro autista (TEA) reacciona de manera diferente en cada persona. Es el caso de una madre con una pequeña diagnosticada que detalla que “al crear nuevas rutinas se entretiene mucho con los deberes del colegio (lectoescritura, pintar y jugar).
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