Hace más de 12 años que Gonzalo García Vidal y su familia acogen estudiantes de español. “Todo surgió porque tenía un amigo que era director de una academia y cuando reformé mi casa se enteró de que tenía una habitación libre, así que me pidió que alojara a un alumno”, recuerda Gonzalo García y aún se acuerda de que entonces llegó una estudiante de Nueva York. A raíz de la buena experiencia de esta joven, el verano siguiente recibió muchos más alumnos procedentes de este lugar. “Hizo muy buena publicidad de la casa y de la cocina”, asegura con satisfacción este salmantino.
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La experiencia fue tan positiva que desde entonces no ha dejado de recibir en su casa a estudiantes de español procedentes de todas las partes del mundo y de muy diversas edades. “Tengo dos hijos que se han criado desde los diez años con esto. Ahora tienen 18 y 21 años y valoran lo que es estar fuera de casa y el sacrificio que hace una familia para pagar los estudios de sus hijos y enviarles a otro país a formarse”.
Gonzalo García reconoce que sus hijos han podido ir a otros países a aprender un idioma gracias al dinero que ha ganado alquilando habitaciones de su casa a estudiantes de español, un extra que ha sido de gran ayuda a la economía familiar.
Gonzalo García ahora trabaja en el sector del combustible y su mujer se dedica a la enseñanza, así que dar alojamiento a alumnos de español lo ve “como un segundo trabajo, pero algo más light”, comenta y asegura que, aunque tener estudiantes de español en casa supone un sacrificio en algunos aspectos, porque hay que estar pendiente, hacer la comida y tener la casa limpia, “al final compensa”.
Cerca de cuatrocientos estudiantes de español se han alojado en casa de Gonzalo García en estos más de doce años. Incluso en pandemia tuvo inquilino. El cierre de fronteras pilló a un estudiante japonés en su casa, así que estuvo seis meses conviviendo con la familia durante la pandemia. “Como los japoneses son muy reservados, no dio ninguna guerra, pero yo creo que se lo pasó bien”, apunta.
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La relación con algunos estudiantes es muy corta, apenas una semana, pero otros pasan varios meses, hasta diez estuvo una alumna, de manera que en esos casos la relación se estrecha y en algunos casos mantienen el contacto, incluso han vuelto a reencontrarse en sus países de origen. Turquía, Estados Unidos, Tailandia, Japón y Europa son los principales lugares de origen de los estudiantes que ha recibido en su casa este salmantino que asegura: “Es una de las mejores experiencias que he tenido en mi vida, es muy enriquecedora”. Por eso, no piensa en dejar esta actividad.
Normalmente aloja a dos alumnos, pero ahora que una de sus hijas estudia fuera, en ocasiones tiene a cuatro estudiantes y gracias a este dinero costea los gastos de sus hijos universitarios. “Todos colaboramos y todos nos beneficiamos”, reconoce Gonzalo García.
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