Imagen reciente de Andrea, tras la amputación de la pierna izquierda.

Andrea Ruano, superviviente de un cáncer óseo: “No soportaba el dolor y pedí que me amputaran la pierna”

La salmantina es un claro ejemplo de las secuelas que arrastran los niños que han tenido cáncer. Superó un tumor, pero le dejó un insoportable dolor en la pierna que le operaron 15 veces

Sábado, 24 de diciembre 2022, 13:14

Era solo una niña de 15 años cuando empezó con un tremendo dolor de rodilla, acudió al médico y se le descubrió un tumor óseo -sarcoma de Ewing- que ya se había extendido al pulmón y formado una metástasis.

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Una adolescente con la que se aplicó un tratamiento muy fuerte que le dejó secuelas de por vida. “Si el tumor no hubiera estado tan extendido se podía haber seguido un tratamiento menos fuerte, pero más largo. En mi caso me dieron seis sesiones de quimio, una cirugía para extirpar el tumor y después un trasplante de médula, que es como matar moscas a cañonazo”, recuerda Andrea Ruano.

En apenas medio año pasó de saber que tenía un cáncer muy complicado a recibir el alta de ‘libre de enfermedad’, pero “ahí no termina nada, sino que empieza”.

Para empezar, aquel tratamiento la dejó estéril en plena adolescencia y esa es una reivindicación que Andrea siempre defiende. “Para un hombre es mucho más fácil tomar una muestra de esperma, congelarla y reservarla por si algún día es necesaria. Pero a mí no me recogieron ninguna muestra. Cuando tienes que someterte a un tratamiento así no puedes esperar a recoger óvulos, almacenarlos... Ni se pregunta”, recuerda.

El verdadero calvario de Andrea comenzó tras la recuperación. De la pierna en la que surgió el sarcoma hubo que retirar un trozo de hueso con el tumor y sustituirlo por un implante del banco de huesos, pero aquello no funcionó. “Rompí cuatro plazas de titanio, doblé clavos... Tuvieron que operarme hasta 15 veces”. Más de una década de intervenciones, recaídas y un dolor que se convirtió en una condena: “Para mí caminar era como pisar cristales. Llegué a contar los pasos y planear la ruta más corta para ir a por agua a la cocina”.

Las operaciones habían acortado el tamaño de la pierna y ese desequilibrio también degeneró en un principio de escoliosis. Más dolor.

La Unidad del Dolor del Gregorio Marañón trataba -sin éxito- de aliviar el dolor con morfina y una fortísima medicación que era “insostenible en el largo plazo” porque podría producir serios daños en hígado y riñón.

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Había empezado a oír hablar de la opción de ‘cortar por lo sano’ y en 2020 tomó una de las decisiones más difíciles de su vida: “Fui a hablar con el médico para decirle: Estoy hasta el moño. Córtame la pierna. Yo no decidí tener un cáncer, pero sí decidí amputarme la pierna. Por eso no quiero que me digan pobrecita, que se ha quedado sin una pierna”, explica.

Andrea entró en quirófano en abril de 2021 sin que le pudieran garantizar si el corte sería por debajo o por encima de la rodilla. “El tumor estuvo muy cerca de la rodilla y no sabíamos cómo estaría esa zona, pero te aseguro que cuando salí de la operación lo que sentí fue alivio. Me preguntaron si podía donar la pierna para la investigación y no tuve ningún problema”.

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El de la salmantina es también un ejemplo de actitud, optimismo y perspectiva. Antes de la operación había hecho sus ‘pinitos’ en el mundo del modelaje. Ahora, con una puesta en escena mucho más rompedora -ha pintado de color dorado su prótesis- no ha perdido el ánimo y también le están surgiendo oportunidades, aunque no sea su profesión.

Andrea se ha involucrado en el movimiento federativo que reclama los derechos de los supervivientes de cáncer. Lo hace, además, a nivel europeo. “Lo que quiero es que se sigan mejorando las cosas para todas esas personas que han pasado un cáncer. Cada vez existen más supervivientes y cada vez vamos a ser más, por lo que necesitaremos una serie de derechos y de ayudas en las universidades, en los puestos de trabajo, los organismos oficiales... Hay que pelear por todo eso”, defiende, pero hay una espina que tiene aún clavada desde su etapa en la niñez: “¿Cómo es posible que el cáncer infantil sea tratado como una enfermedad rara? Ese es un gran problema. El cáncer de mama es el más frecuente y para el que se han creado tratamientos totalmente personalizados, pero el cáncer no es rosa ni tiene color. Hay muchos tipos de cáncer y todos merecen ser investigados con la misma dedicación de recursos”.

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