Viernes, 15 de julio 2022, 13:47
“Quién nos iba a decir que tendríamos que vivir esta situación tan preocupante apenas haber puesto el pie en el pueblo”, decía el pasado martes la monsagreña Ana Rubio, residente en Philadelfia.
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Al igual que otros muchos, la historia de Ana Rubio es la de aquellos que esperan durante el año con anhelo el regreso a Monsagro para pasar unos días de vacaciones y ver a familiares y amigos, aunque para ello tenga que dejar atrás Estados Unidos y cruzar el Atlántico.
“Ya cuando veníamos la tarde del lunes en el autobús desde Salamanca y vimos los rayos caer sobre la sierra nos temimos lo peor”, aseguró Ana Rubio, que en ese momento viajaba acompañada por su hijas y nietos.
Una vez en el pueblo, sin apenas haber deshecho las maletas, Rubio se vio con la complicada y preocupante situación de tener que abandonar Monsagro. “Salimos de casa de mis suegros y sin vehículo propio porque ellos ya son muy mayores”. A esto se añade la preocupación de que dicha vivienda, ubicada a la entrada del pueblo, “cuenta con un depósito de gas”.
“Al menos a la gente mayor le han dicho que el desalojo es por el humo, para que no les afecte a la salud, y no por la proximidad de las llamas”, contaba a este diario agradecida la monsagreña a media mañana.
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