Lunes, 7 de marzo 2022, 18:12
Con apenas diez años, y junto con su familia, padres y hermana, el pequeño Andriy Zakhotiy dejó atrás su país natal, Ucrania, para empezar una nueva vida en España. Años después, se afincó en Béjar, ciudad en la que vive y en donde se casó, y, también, donde la respuesta solidaria ha desbordado las previsiones iniciales.
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El conflicto bélico que Rusia inició hace más de diez días en Ucrania movilizó a muchos salmantinos, de la capital y de la provincia, para ayudar a la comunidad de ucranianos residente en Salamanca.
Y, en Béjar, de hecho, la recolección de alimentos y medicinas fue espontánea ya que algunos bejaranos sabían del origen ucraniano de Andriy y, a través de su esposa Lidia Hernández, comenzaron a movilizarse. Además, se sumó la Escuela de Ingenieros de la ciudad, que hizo un llamamiento, y la respuesta fue tal que ya está preparado un segundo envío y seguirán reuniendo donaciones a lo largo de la próxima semana. Este centro universitario quiso hacer una aclaración para canalizar mejor la ayuda y solicitó donaciones de comida enlatada, pañales y comida preparada para bebés, botiquines de primeros auxilios y ropa de hogar como edredones y mantas.
Andriy Zakhotiy afirma estar “muy contento y muy agradecido a la gente que se sumó para ayudar con su granito de arena” en relación a la respuesta de los bejaranos para ayudar a sus compatriotas, pero, también, reconoce que se encuentra “con mucha gente que ni siquiera sabe lo que está pasando ni tampoco le interesa”, aunque afortunadamente son los menos. Explica que no esperaba una respuesta tan amplia por parte del público en general aunque sí de “de parte de ucranianos y de algunos amigos”.
Bejaranos, vecinos de la comarca y salmantinos en general pueden seguir ayudando con sus donaciones pero, a mayores, el joven ucraniano hace un llamamiento para que el apoyo quede reflejado también a través de las redes sociales porque “me preocupa que con el paso del tiempo la gente se canse y se olvide” de la situación que viven sus compatriotas.
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Habla con pena y tristeza sobre las imágenes que se emiten en televisión acerca del conflicto bélico que azota su país y afirma que familiares y amigos “están pasando mucho miedo” pero “se unen para ayudarse entre ellos y rezan mucho”, detalla Andriy Zakhotiy. En Ucrania vive su abuela, que está instalada en un pequeño pueblo en el noreste del país y, de momento pese a las escasas noticias que llegan, explica que “está metida en casa” ya que, por suerte, “vive en la única zona tranquila entre comillas”.
En cuanto a sus sentimientos, el joven ucraniano explica que siente “mucha impotencia, enfado, tristeza y rabia” porque “cada vez que me despierto, en lo primero que pienso es que esto debe ser una pesadilla para todos aquellos que están en Ucrania”, concluye Andriy con la esperanza de que el conflicto acabe cuanto antes y su país recupere, poco a poco la normalidad, mientras cicatrizan las heridas de la guerra y, también, las del corazón.
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