Sofía, junto a la puerta de su casa en Villasdardo. S.M.

Sofía, pobladora del pueblo más pequeño de Salamanca con 4 niños

Viajera, encontró su sitio en Villasdardo tras vivir antes en otros pueblos de Salamanca y 5 años en América junto a su pareja, de Guatemala. Su familia ‘disparó’ el censo del pueblo

Miércoles, 16 de febrero 2022, 17:51

Sofía Oreja se fue a vivir con su familia a Villasdardo hace 5 años, después de una vida itinerante. Ahora se ha asentado con su pareja, de Guatemala, y ha rebajado de forma notable la media de edad gracias a sus cuatro hijos -tres, las niñas, ya adolescentes- y su niño, aún pequeño, con el que pasa las mañanas en casa.

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–¿De dónde eres?

–Soy crecida en la ciudad en Salamanca pero desde los 19 llevo viviendo por pueblitos de Salamanca: en Castellanos de Villiquera, Forfoleda, Monleras... y allí nacieron mis hijas. Estuvimos viviendo un tiempo allí como de nuevos pobladores, nos cedieron una casa... Luego nos fuimos a América 5 años y a la vuelta, aquí.

–¿En qué parte de América estuvieron?

–El padre de mis hijos es de Guatemala y estuvimos allí y en México. Luego mis hijas me decían, “España, mami, España”.

–¿Qué notaban, la diferencia en la calidad de vida?

–Bueno... Allí hay más libertad y aquí más control pero también más seguridad. Pero yo allí no viví nada de violencia.

–¿Cómo puede hablar de más control allí cuando vive en Villasdardo, el pueblo más pequeño de Castilla y León?

–Es que aquí para funcionar necesitas mucha burocracia, papeleo, no como allí. Aquí nos pilló el momento de confinamiento y pues mucho mejor, más libres y felices.

–¿La idea que tienen es de cambio de pueblos o asentarse?

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–Yo ya estoy en mi sitio, ya compré la casa. Puede que mis hijas pronto vuelen porque en un pueblo tan pequeño... ahora son tres adolescentes y tenemos aquí el bus escolar que las recoge y lleva a Ledesma, se recorren la zona recogiendo niños, pero bien. Están contentas, para ellas era importante socializar en el instituto.

–¿Es partidaria de escuelas en los pueblos pequeños o que vayan como sus niñas a otras lugares a estudiar?

–De pequeñitos me gustan escuelas unitarias luego veo que en el caso de mis hijas ellas fueron las que me dijeron, queremos ir. Con el pequeño pretendemos ir unos meses a México también, viajar, si tenemos dinero, porque a las niñas les vino muy bien.

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–¿De qué se vive en un pueblo como Villasdardo?

–Tengo el puesto de trabajo de peona caminero y arreglo calles, cunetas. Lo solicité y como nadie más lo hizo, lo cogimos mi compañero y yo. Unos meses uno, y otros, el otro. Aquí nos dan facilidades. Luego tenemos huerto, de hecho acabo de poner unas lechuguitas. No soy una gran hortelana pero viene muy bien.

–¿Qué tal les recibieron?

–Bien, al principio una vecina me decía, “pero, ¿qué haces aquí? pero vete, vete con tus niñas a otro lado” y yo le decía, “pero es a mí me gusta esto”. Hay mucha tranquilidad y la naturaleza es la realidad, la vida que quiero ofrecerles a mis hijos.

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–En un pueblo tan pequeño, ¿cómo es la relación con los vecinos? ¿Hay que medir mucho más las palabras porque conviene al ser tan pocos evitar problemas?

–Hay que ser respetuosa, no juzgar, porque son muy diferentes nuestras vidas. Me llevo bien con todos, tengo un carácter bastante tolerantes y ellos son muy cordiales pero tampoco profundizas mucho, las relaciones no se vuelven muy íntimas. Hasta donde llegamos está bien. Saben que soy diferente pero no me discriminan, me respetan. Es perfecto, la verdad.

–¿Por qué eligió Villasdardo?

–Es lo que apareció. Al ser un pueblo pequeño fue más barata la casa. Aparte es la segunda ruina que arreglo, me gusta mucho la albañilería y al haber poca humanidad hay más naturaleza y eso es lo que a mí me engancha. Siento que es mi sitio.

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–Ahora llegan las elecciones,

–Sí, claro.

–¿Cree en las promesas?

–No creo mucho en política pero me toca ser siempre mesa electoral al ser licenciada.

–¿Qué estudió?

–Psicopedagogía pero nunca he ejercido en la escuela pública porque desde que estudiaba ví claro que no era mi lugar. He vivido profesionalmente del teatro, he sido actriz durante 20 años y ahora soy cuentacuentos. Esta tarde voy a la ciudad, hoy me toca cuentos a bebés.

–¿Y cómo se plantea la jornada electoral en la mesa?

–Como un trabajito que me han dado. Yo lo veo así. Para que no haya fraude en un pueblo con 22 habitantes (se ríe).

–¿Qué echa de menos de la ciudad?

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–Nada. Voy a la ciudad cuando lo necesito y enseguida me quiero volver.

–¿Y el médico?

–Hace mucho que no voy para mí. Vamos a Ledesma al pediatra para los niños y el médico viene unos días aquí, otro a Sando. Bien. Vienen a vender pan, congelados, quesos... bien.

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