Cantonera de un fusil del siglo XVIII, fotografiada en los terrenos de Gallegos de Argañán FOTOS: CLEMENTE GONZÁLEZ

Qué esconden las balas encontradas en Gallegos de Argañán

La nueva vía de promoción turística tras el estudio de los objetos encontrados en los campos de batalla de la Guerra de la Independencia en Salamanca

Domingo, 8 de agosto 2021, 12:10

No eran los mejores tiempos para el ejército francés que ocupaba Salamanca bajo el mando del mariscal Masséna. En la frontera portuguesa, la falta de provisiones era el problema más acuciante. El 23 de abril de 1811, el general Marchand salió de Ciudad Rodrigo con dos mil infantes y un escuadrón de caballería para intentar socorrer a sus fuerzas sitiadas en Almeida. Pero cuando pretendieron cruzar la rivera de Azaba, justo antes de llegar a Gallegos de Argañán, efectivos en mucho menor número [200 frente a 2.400] de la División Ligera del general inglés Robert Craufurd les hicieron frente haciendo fuego desde dos cotas al otro lado del puente hasta forzar su retirada.

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Desde el año 2015, el arqueólogo Clemente González desarrolla el proyecto Campos de Batalla en Gallegos de Argañán que estudia este escenario bélico a partir de la localización e identificación de restos materiales. El proyecto se fundamenta en una prospección superficial intensiva mediante el empleo de un detector de metales. El pionero en esta técnica de investigación fue el arqueólógo estadounidense Douglas D. Scott, quien a mediados de los 80 ofreció una nueva interpretación de la batalla de Little Bighorn, mítica victoria de las tribus indias sobre el general Custer en 1876.

Algunos restos de armamento identificados en la primera fase de las prospecciones en Gallegos de Argañán

En su primera fase, González “barrió” en los primeros 18 días de agosto de 2017 una zona al oeste de Gallegos de Argañán —la tierra de sus padres— que alcanzaba 500 metros a cada lado de la carretera a Alameda de Gardón. El lugar estaba documentado como el escenario de un primer enfrentamiento ocurrido el 4 de julio de 1810 entre fuerzas angloportuguesas y francesas. Al finalizar el rastreo, había recogido 182 proyectiles de avancarga, 156 monedas, 60 botones, 58 objetos informes de plomo, 26 clavos, 19 herramientas y otros tantos aros, adornos, piezas de cartuchería metálica, hebillas, colgantes y herraduras, hasta un total de 721 objetos.

En la segunda fase, en verano de 2018, el rastreo se centró a ambos lados del puente de la Azaba hasta el poblado de Marialba, lugar en el que se produjo el enfrentamiento del 23 de abril de 1811, poco antes de la batalla de Fuentes de Oñoro. En esta zona el resultado fue espectacular: recogió 1.961 objetos metálicos, entre ellos 780 proyectiles esféricos, 382 monedas, 117 botones, 115 clavos, 57 cartuchos metálicos... y hasta 21 medallas religiosas y nueve monedas de plata entre la amplia variedad de pequeñas piezas de armamento y atuendo militar. Todo ello está ya depositado en el Museo de Salamanca. En total, 38 kilos de metal hallados con el detector. Clemente González se muestra muy agradecido a los propietarios de los terrenos por las facilidades ofrecidas para desarrollar la investigación, que ya se encuentra en la tercera fase.

En el sector comprendido al este de la rivera de Azaba, dentro de la finca de Marialba, se documentó además una abundante concentración de materiales romanos, datados entre los siglos I y IV de nuestra era.

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Clemente González, en 2017 durante la prospección con el detector.

Tras el barrido del terreno y el registro mediante GPS de las coordenadas de cada hallazgo, el trabajo prosigue con otros diez meses de labor metódica en casa: limpieza, registro de las piezas, fotografía, descripción, peso, medidas...

El análisis de los proyectiles recogidos y las concentraciones de disparos —ingleses y franceses empleaban distintos calibres— permiten identificar los emplazamientos de las tropas en ambas orillas. Así mismo, el grado de deformación que presentan los proyectiles podrían indicar la distancia a la que se realizaron los disparos y, por tanto, la intensidad de la lucha en cada lugar. La investigación también ha recogido centenares de balas sin disparar, lo que se atribuyen a pérdidas involuntarias.

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Balas mordidas por cerdos

El informe con los resultados ha sido publicado recientemente en la revista Gladius, especializada en estudios sobre armas antiguas y arte militar y editada por el CSIC. Tras dos años de pausa obligados por una lesión y la pandemia, el doctor Clemente González ha retomado los trabajos en el pueblo de sus ancestros y recorre estos días los campos en busca de nuevos tesoros que nos ayudarán a comprender mucho mejor nuestra historia.

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