La lluvia no impidió la celebración con absoluta normalidad de la Apertura de la Puerta Santa del Año Jubilar de Santa Teresa de Jesús al pie de la Catedral de Santa María de Ciudad Rodrigo, concretamente en su acceso lateral, el que habitualmente se utiliza para visitas turísticas. Un centenar de mirobrigenses se congregaron a las cinco de la tarde para arropar la ceremonia con paraguas para poder asistir a este evento sacro oficiado por el obispo de la Diócesis, José Luis Retana, quien encabezó la apertura de las puertas, seguido por el séquito de párrocos y los fieles.
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El aroma del incensario abrió la liturgia purificando la Catedral, y seguidamente, la imagen de Santa Teresa, ubicada a ojos de todos los asistentes, a un lado del altar. Los llamativos ramos de olivos y ornamentos florales que jalonaron el dintel de las puertas marcaron una liturgia inusitada, ya que solo algunas localidades salmantinas, entre ellas la capital de provincia, celebran este acto que simboliza la misericordia y el perdón de todos aquellos que cruzan su umbral.
El obispo recalcó la alegría de la Diócesis en un domingo, recordando los tiempos que corren, marcados, dijo, “por una crisis espiritual y antropológica”. Recordó durante su homilía la importancia de combatir el escepticismo de la caridad y fortalecer la esperanza. “Este año es para rezar y amar más allá de la cercanía física, especialmente para proteger a los más vulnerables y aquellos apartados de la sociedad”, indicó el obispo.
Además, recordó con sus palabras los caminos acertados para la redención de los pecados: “la riqueza, la vanidad y el orgullo no son caminos de salvación. Aprovechar este año de júbilo es aceptar el reconocimiento de la santidad”, subrayó.
La concurrida liturgia en la Catedral mirobrigense, que fluyó con cánticos y algunas de las lecturas apostólicas más célebres, abrió un año en el que la Diócesis hace un llamamiento al acercamiento a las imágenes de Santa Teresa, ya sea a la de la propia Ciudad Rodrigo o a cualquier otra, así como a cruzar cualquiera de las puertas purificadas con esta invitación a la limpieza de los pecados: “Todos somos pecadores, así que todos necesitamos que el Señor venga a nuestra vida”, subrayó.
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