Lunes, 9 de marzo 2020, 17:59
Más de 700 senderistas desafiaron en la jornada del domingo la belleza agreste de Las Arribes del Duero participando en la XXV Marcha Senderista de Vilvestre “El Rollo-La Barca” a lo largo de 14 kilómetros desde el pueblo hasta la misma orilla del río.
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Poco antes de las 11:00 horas, el alcalde, Juan Ángel Gorjón, dio la salida al primero de los numerosos grupos en los que se distribuyeron a los senderistas llegados hasta Vilvestre desde todos los puntos de la provincia, iniciándose así una larga sucesión de grupos cada uno de ellos acompañados por un guía voluntario del pueblo.
Una cita que venía marcada por la celebración del veinticinco aniversario de la marcha que el Ayuntamiento, con la colaboración de la Diputación provincial de Salamanca, no quiso dejar pasar, ofreciendo a los asistentes el sorteo de 50 viajes en barco por el río Duero, que los afortunados pudieron disfrutar al finalizar la comida.
Con punto de partida en “El Rollo”, en la Plaza de Vilvestre, los senderistas fueron dejando atrás el pueblo para ascender hasta el Castillo Las Bonas, un espectacular mirador desde el que pudieron comprobar la exuberante belleza del corazón de Las Arribes.
Más o menos a mitad de la marcha, el Consistorio ofreció a todos los asistentes un avituallamiento para reponer las fuerzas, con naranjas cultivadas en la zona, así como agua y un merecido descanso para disfrutar, de la mejor manera posible, de las magníficas vistas.
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Repuestos de los primeros esfuerzos, los caminantes guiados por los voluntarios conocedores del terreno continuaron su marcha con la vista ya puesta en el Duero, bajando hacia el arroyo de La Nava y, tras cruzar por el puente de Pizarra, iniciar un último ascenso hacia La Aduanera.
Recorriendo el Monte Gudín los diferentes grupos, cada uno a su propio ritmo, fueron llegando hasta los cortados de Peñas Rubias, ya en la parte final del recorrido poco antes de cruzar de nuevo un arroyo para enfilar los últimos metros hasta el merendero de La Barca.
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En la “meta”, a los participantes los esperaban un nutrido grupo de voluntarios del pueblo que se habían encargado por la mañana de preparar las suculentas viandas para la comida popular: panceta y chorizo a la brasa, queso y unas sabrosas patatas asadas que, acompañadas de naranjas, pudieron disfrutar a la orilla del Duero.
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