Sábado, 23 de abril 2022, 19:35
En la humildad de las lentejas de la Armuña, que han sido capaces de alimentar a muchas generaciones, o en los garbanzos pedrosillanos, se encuentra hoy el día el presente y el futuro de gastronomía. Son productos locales, de agricultores profesionales y que aportan su calidad al sostenimiento de la cadena alimentaria, además de estratégicos y necesarios para que incidentes como la pandemia, la guerra o el atasco de barcos en el Canal de Suez no hagan peligrar la alimentación.
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Las Legumbres de Calidad permiten asegurar el éxito de los platos y están amparadas por figuras legales como las Indicaciones Geográficas Protegidas o el marchamo de Marca de Garantía. Siempre hay que tener en cuenta que para asegurarse de que realmente se está adquiriendo este tipo de legumbres han de estar envasadas y cada envase debe llevar la etiqueta de garantía de origen numerada por el Consejo Regulador, las adquiridas a granel no ofrecen ninguna seguridad de que lo que se adquiere tiene la calidad reconocida por la ley y custodiada por los productores sin engaños.
En verano cambiar la cuchara por el tenedor, pero manteniendo como ingredientes las legumbres en ensaladas o elaboraciones más ligeras que las invernales, permite mantener una alimentación con raíces asentadas en la dieta mediterránea. Además, son productos que tan solo los suelos y la climatología de la comarca en la que se producen pueden generar. Educar el paladar de los más pequeños con estos bocados auténticos es una garantía de salud y continuidad.
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