Con las vacunas administradas y la situación controlada, las residencias de mayores al fin pueden respirar después de un duro año sin apenas contacto con las familias, salidas, ni actividades grupales. Aunque los protocolos se mantienen, como la distancia de seguridad y otras medidas de prevención, el día a día es más llevadero.
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“Trabajamos con cita y se le toma la temperatura a los familiares”, asegura el gestor de la residencia de Barruecopardo, en la que los 19 residentes ya pueden disfrutar de la compañía de sus allegados en el exterior, además de salir a pasear tanto por la mañana como por la tarde. La interacción entre los propios residentes, sin embargo, “normal normal nunca va a ser mientras dure la pandemia”, aseguran, ya que la mascarilla es indispensable.
Menos flexibles, en cambio, siguen siendo las medidas en otras residencias, como en la de Fuenteguinaldo, donde todavía no se puede salir al exterior. No obstante, el centro dispone de un amplio patio interior en el que los familiares visitan a los residentes sin restricción de tiempo, mientras aprovechan este espacio para pasear y tomar el aire. Las actividades habituales ya se realizan en los espacios habilitados para ello, eso sí, con la mascarilla.
En La Fuente de San Estebanuna de las dos residencias continúa cerrada a causa de un brote que en su momento se contuvo trasladando a los residentes del centro de Santo Tomás a Santa Inés. No hay previsiones sobre cuándo podrá estar abierta de nuevo. “Hay que llegar a un nivel de vacunación general, así que va a ser un poco complicado. Por un pequeño brote que haya ya la liamos”, reconocen, por lo que el ritmo de vacunación irá marcando su futuro. Allí, las principales medidas sanitarias se mantienen, aunque las libertades van llegando poco a poco en las terapias y las actividades . “Antes el cura no podía ir”, pone como ejemplo la gestora del centro. Las salidas también se realizan de nuevo, pero pautadas y bajo un meticuloso control. “Hay que llevar un registro de las mismas”, afirman.
También en Saucelle los ánimos están por las nubes. “Todos están fenomenal, con las señoras haciendo ganchillo para decorar los árboles de la residencia”, cuentan los responsables de un centro donde todavía las visitas se mantienen restringidas porque “el resto de la población no está vacunada”. Aún así, y poco a poco, la actividad se va recuperando y, dado que cuentan con jardín, las visitas a la calle se suprimen para limitarse a las zonas verdes del propio centro, una forma de limitar contactos y riesgos pero seguir disfrutando de la llegada de la primavera.
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Los jardines también son protagonistas en la residencia Caracillo, de Ciudad Rodrigo, donde los registros siguen estando a la orden del día. “Se lleva un registro de las visitas para en caso de haber algún contagio poder actuar”. Al estar situada en las afueras, salir al exterior no entraña demasiado riesgo, aunque procuran evitarlo.
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