Las fusiones de municipios que ha vivido Salamanca

Las fusiones voluntarias por intereses económicos de los dos núcleos implicados como va a suceder en Badajoz tras el referéndum celebrado el pasado domingo en Don Benito y Villanueva de la Serena, no suelen ser habituales. Generalmente, las uniones se producen por absorción de un pueblo grande sobre el pequeño, como ha sucedido a lo largo de la historia en Salamanca.

Dos de los casos más llamativos se produjeron a principios de los años sesenta del siglo pasado en Salamanca capital y Béjar. En el primero de los casos, la ciudad absorbió al núcleo de Tejares de forma oficial en 1963. La justificación, que Tejares parecía más un barrio de Salamanca y que ya compartían autobús. Paradójicamente, el Boletín Oficial del Estado del 4 de noviembre de 1963 denegaba la absorción de Santa Marta de Tormes por considerar que su lejanía y sus características “netamente rurales” hacían prematura una incorporación a la capital.

En aquellos años se produjo una situación similar en Béjar, donde la localidad de Palomares pasó a ser un barrio de la ciudad textil. El paso no estuvo exento de polémica pero se llevó a cabo y permitió a Béjar ampliar su término y proyectar nuevas infraestructuras públicas en el viejo término de Palomares: el campo de fútbol (actuales instalaciones Roberto Heras) o el matadero municipal. También se ubica en el término de Palomares el parque de bomberos. Hubo otros intentos de adhesión, pero sólo se agregó Palomares, que tiene consideración de barrio, no así Valdesangil y Fuentebuena, que son pedanías.

En Guijuelo se produjo otra situación curiosa. Fuentes de Béjar, Aldeavieja de Tormes y Nava de Béjar se unieron a Guijuelo en 1974 (al igual que Campillo, Cabezuela y Palacios). Sólo duraron juntos ocho años ya que en 1982 volvieron a “independizarse”.