Jueves, 26 de mayo 2022, 20:07
Los jardines de El Pedroso de la Armuña se muestran esta primavera más cuidados y limpios que otros años. Los rosales tienen más rosas y los árboles están más verdes gracias al agradecimiento por una generosa acogida. Las cinco personas acogidas en la localidad tuvieron la ocurrencia de recurrir al arte de la jardinería para agradecer la solidaridad de una localidad que les ha dado acogida y que les está proporcionando lo más básico para vivir, además de preocuparse porque se encuentren bien.
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El domingo, 27 de marzo, la casa de Basilio Marbán recibió la llegada de tres personas procedentes de Kiev. Nina, de 84 años, su hija Lyuba, de 63 y su yerno, Zoya, de 69. Su aterrizaje en la localidad estuvo marcado por una bienvenida desbordante y también por un gesto de agradecimiento que quería ser instantáneo pero que el cansancio lo impedía. El alcalde de El Pedroso, Ángel Gómez, recuerda que les dijeron que después de descansar les iban a obsequiar con te. Después buscaron una fórmula para seguir haciendo evidente su profundo agradecimiento a la ayuda ofrecida por el pueblo de El Pedroso. La primera idea era haber hecho un huerto, pero tienen la esperanza de volver de nuevo a su casa pronto y no querían dejar trabajos sin terminar. Se les ocurrió cuidar de los jardines de El Pedroso. Se trata de un trabajo que hacen silenciosamente, sin que nadie se entere. Se encargan de retirar las malas hierbas, de mullir el terreno, y ahora pueden oler las bellas rosas que ya están proporcionando los rosales situados junto al arroyo de la Recorva.
Lyuba echa de menos los grandes árboles de su ciudad y las abundantes rosas, tulipanes y otra serie de flores de Kiev. Ellos antes vivían en una capital y para cultivar sus campos tenían que recorrer kilómetros en tren. Ahora la vida en El Pedroso es mas calmada. Están viviendo un cambio radical. Su humildad les hace minusvalorar su gesto de gratitud, argumentando que no tienen otra cosa que hacer.
Preguntados por la diferencia entre los jardines de allá y los del Pedroso, responde que “nuestra tierra crece mejor, los árboles son más grandes y hay más vegetación”. “Hay muchos castaños, rosas y tulipanes”, describen.
Esta conexión entre dos lugares tan diferentes a través de la vegetación puede hacerles obviar por poco tiempo algo que no se les va de la cabeza, que es la situación en sus países. Este matrimonio tiene un hijo en Ucrania, que ha tenido que permanecer allí para defender su país. Ellos confían en que el conflicto termine “cuando lleguen las armas de Europa”. Por suerte saben de sus familiares gracias al Internet y tienen comunicación frecuente con sus seres queridos. Igual que Sergei de 63 años y su madre, Bolodimir, de 83, que residen en otra vivienda de El Pedroso y han llegado hace menos tiempo. Ellos tienen familiares que ejercen la medicina y permanecen en el país para curar a los que permanecen defendiendo la independencia de un territorio amenazado. Ellos lo tienen muy claro, la invasión se debe a que “Ucrania quería ser un estado libre europeo”, por ellos no dudan en aconsejar a España que tenga “un ejercito fuerte para que esto no se vuelva a repetir”.
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