Verraco hallado en Villimer, León J. SEVILLANO

La historia del verraco de las mil pesetas

Hace más de medio siglo una histórica figura zoomorfa viajó desde Barquilla hasta un pueblo de León

Lunes, 9 de mayo 2022, 20:57

Los oriundos de la localidad salmantina de Barquilla aún recuerdan la silueta de un verraco expuesto en las calles. Recuerdan, incluso, subirse a esta figura pétrea que hace unos 68 años desapareció sin dejar rastro, no fruto de un hurto, sino de una transacción económica que desconectó al verraco de sus orígenes. Este inmortal animal hizo su aparición pocos años antes oculto y camuflado en las paredes de una vivienda.

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Los propietarios decidieron colocarlo en la calle, a la vista de todos, y también a la vista de un alto cargo vinculado directamente con la construcción de la estación de tren de Fuentes de Oñoro, según indican las pesquisas populares. Enamorado de la estatua, el comprador pagó mil pesetas por esta figura con unos 2.500 años de antigüedad. Fue así como el verraco inició una trashumancia algo peculiar y terminó en la casona de los Azcárate, en la localidad leonesa de Villimer, donde lo redescubrió un periodista de un medio digital de León.

Javier Sevillano es uno de los vecinos de la zona, natural de Villar de Argañán, que ha escuchado las historias acerca de este verraco y su hallazgo, y que ha seguido la pista del mismo, escudriñando y preguntándose dónde estaría la antiquísima figura de granito, hasta que se topó con la noticia del medio leonés que se hizo eco del verraco más viajero de la provincia salmantina desde que alguien pusiera sus ojos en él allá entre 1953 y 1954.

El verraco descansa actualmente a apenas veinte kilómetros de León. La casona donde se encuentra pertenecía a la familia Azcárate, la cual heredó María de Azcárate y Flórez. De esta pasó a manos de alguno de sus hijos, y así es como el verraco, impertérrito en una nueva ubicación lejana a la original, cambia de unas manos privadas a otras.

La leyenda permanece intacta gracias a personas como Julio García, de Barquilla, descendiente de uno de los que lo encontraron, en cuyas anotaciones reza: “El verraco de Barquilla estuvo expuesto durante muchos años junto a la pared de las casas de Ángel García Muñoz y de Ambrosio Muñoz, justo frente al límite de ambas propiedades y que durante bastantes años dio nombre como calle del verraco a la que luego se conoce como calle del Somatén”.

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Fue extraído, cuenta, de una pared medianera interior entre ambas propiedades cuando se realizaban obras de derribo, y ante esta grata sorpresa, los propietarios acordaron ponerlo en la calle, donde todos los vecinos podían contemplarlo, disfrutarlo, y presumir de este tesoro.

Son varios los verracos que han aparecido en la provincia salmantina, conservados a lo largo de los años, y que ya son característicos: entre otros, el Burro de la Barrera, ubicado en el Castro de Las Merchanas, en el término municipal de Lumbrales, el Burro de San Antón, en San Felices de los Gallegos, o la famosa Yegua de Irueña localizada en Fuenteguinaldo, además del que luce Ciudad Rodrigo en su casco histórico.

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