Víctor, Rosa, Alba y María Rosa, abriendo su casa en Encinas de Arriba. EÑE

La familia que ha recorrido más de 800 kilómetros para pasar la Semana Santa en Encinas de Arriba

Víctor, María Rosa, Alba y Rosa han recorrido más de 800 km para pasar sus vacaciones de Semana Santa en Encinas de Arriba

Lunes, 18 de abril 2022, 12:41

María Rosa, Víctor, Alba y Rosa viven en Montcada i Reixac, a menos de 20 kilómetros de Barcelona, pero cada vez que tienen vacaciones regresan a Encinas de Arriba en busca de tranquilidad. “Mis padres ya habían emigrado a Barcelona cuando yo nací, pero mi madre volvió al pueblo embarazada de 8 meses en avión para que yo naciera en Salamanca”, asegura María Rosa, separada de parte de su familia materna por más de 800 kilómetros.

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Más de siete horas y media han pasado en el coche para “desconectar de la ciudad, descansar, disfrutar de la familia o, simplemente, para comer el pan tradicional del pueblo”, comenta María Rosa. “Cada vez que tenemos una oportunidad regresamos porque nos sentimos como en casa”, afirma Víctor, marido de María Rosa. Además, asegura que en el pueblo “hay experiencias únicas que en una ciudad no te pasan”. Salir a montar en bicicleta, pasear por el monte, jugar a las cartas en familia o disfrutar de las labores del huerto, son algunas de las aficiones que les gustan hacer cuando llegan al municipio. “Una de las cosas que más aprecio es la libertad que tengo para salir. Es algo que no podemos tener en Barcelona”, confiesa Alba, además, de “la tranquilidad con la que se puede vivir y la falta de masificación porque, a partir de mayo, en Barcelona el transporte público va lleno”. Sobre otros posibles destinos de vacaciones, “mucha gente dice que por qué no vamos a la playa, pero preferimos el pueblo porque normalmente está tan llena que suele ser agobiante”, afirma Alba. Con respecto a las relaciones que hay entre los vecinos en una ciudad y en un pueblo son muy diferentes. “En Encinas de Arriba todo el mundo se conoce y eso da mucha tranquilidad”, apunta María Rosa.

Con respecto a la ciudad, “el trato no tiene nada que ver, no saludas a nadie y a veces te sientes invisible. En tres años que llevamos viviendo en el mismo edificio no me he aprendido ni los nombres de los vecinos del rellano”, asegura Rosa, hija pequeña del matrimonio.

Uno de los principales motivos por los que viven en Montcada i Reixac es el trabajo. Pero tanto María Rosa como Víctor tienen claro que les encantaría venir a vivir a Encinas de Arriba en un futuro. Alba y Rosa no lo ven tan factible porque “una vez que te acostumbras a vivir con las comodidades de la ciudad, como el transporte público o tener los servicios más cerca de casa, es difícil irse a vivir a un pueblo y acostumbrarse a tenerlos más lejos. Además de las facilidades que hay para encontrar trabajo en una ciudad con respecto a un pueblo pequeño”, concluyen las hijas.

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