Ni la localidad de Barceo ni Barceíno, pedanía del mismo, han sufrido ningún contagio desde que comenzó la crisis sanitaria del COVID. “Ni en marzo, ni durante todo el verano ni ahora”, destaca su alcaldesa, Sara Martín.
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La vecina al frente del Ayuntamiento asegura que todas las normas se están cumpliendo, pero que advierte comportamientos distintos a la hora de desplazarse y viajar.
“Personas que otros años en septiembre se iban, ahora no; se están quedando aquí en el pueblo”, explica la regidora de la villa. Algo, sin duda, insólito para todos ellos.
Asimismo, la gente mayor con movilidad reducida también permanece en el pueblo, precisamente por la comodidad que obtienen a cambio.
“En grandes ciudades no podrían moverse igual en esta situación, y aquí es más sencillo”, recuerda la alcaldesa de este pequeño pueblo de la comarca de Vitigudino, que no llega a los cincuenta habitantes censados.
“Aquí siguen muchas de esas personas que ya se habrían ido a las ciudades; disponen de calefacción y todas las comodidades, así que no tienen muchas intenciones de marcharse”, cuenta, como dato curioso.
Tanto Barceo como su anexo, Barceíno, abarcan una superficie de más de veinte kilómetros de zona rural en la que vivir libre de COVID.
La trayectoria, muy positiva por el momento, neutraliza las preocupaciones y mejora la calidad de vida de muchos de los vecinos que, de no contar con una segunda residencia, estarían pasando apuros y tendrían que mantenerse en alerta constante.
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