Con el júbilo de siempre y con actividades nuevas se desarrolló durante toda la jornada de este sábado una nueva edición de la tradicional Feria de Botijeros de Ciudad Rodrigo, que debe su nombre a los puestos de cerámica de toda la vida, pero que con el tiempo se ha convertido en una gran fiesta que palpita en la plazuela del Buen Alcalde y la Plaza Mayor. Cientos de personas acudieron a la llamada de este festejo que desde la pasada edición forma parte además del ciclo de Matanzas Tradicionales de la Diputación provincial.
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La plazuela del Buen Alcalde fue el escenario en el que empleados municipales y las distintas asociaciones que se implican y vuelcan cada año en este evento desarrollaron los preparativos típicos de la matanza: exhibición de las piezas, guiso de 1.200 raciones de patatas meneás, hígado, elaboración de sangría y mucho más. Siempre utilizando cazuelas de barro y elementos tradicionales como una llamativa picadora.
Los trajes tradicionales lucieron en la piel de los organizadores, que contaron con la colaboración de concejales para cortar el pan, repartir perrunillas y aguardiente entre los asistentes, y otras tareas que ayudaron a una fluida venta de papeletas para el habitual sorteo de un jamón y un lomo, papeletas que se agotaron antes de la degustación, y es que tan solo con la llegada de una excursión desde Zamora se vendieron de golpe y plumazo setenta de ellas.
Los soportales se llenaron de puestos de artesanía, productos chacineros, cosmética natural, bisutería y mucho más, sin que faltaran los típicos botijos y los “pájaros” de barro que emiten un gorjeo al que no se resisten los más pequeños, ya que también los niños tuvieron su hueco en esta Feria de Botijeros.
La Plaza Mayor acogió hinchables, un tren turístico por el casco histórico, más puestos de venta y, como es costumbre, un amplio elenco de juegos de madera tradicionales, que cautivaron a las generaciones pasadas que, nostálgicas y conocedoras de todos y cada uno de ellos, no dudaron en jugar con la misma ilusión que lo haría un niño, invitando a su vez a las nuevas generaciones a poner a prueba sus habilidades y su puntería. La feria contó también con bailes charros, un buen puñado de tamborileros amenizando la velada, cuentacuentos y actuaciones, además de un taller de encaje de bolillos protagonizado por la asociación de mujeres “Amanecer”.
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