Domingo, 13 de diciembre 2020, 13:01
Son muchos los edificios públicos existentes en los diferentes municipios de la provincia que debido a diversos factores han caído en desuso y a los que sólo la reconversión y la rehabilitación para acoger nuevas actividades han salvado de la ruina. Inmuebles tan emblemáticos como los que hace años albergaban ayuntamientos, consultorios médicos o incluso antiguas casetas de regantes, logran cobrar una nueva vida y esquivar el olvido.
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Hace casi 20 años que la Casa Consistorial de VillamayordeArmuña se reubicó en la plaza de España —su actual emplazamiento— debido a necesidades de espacio, y el antiguo edificio que antes albergaba las dependencias municipales se convirtió en la Casa de la Juventud. Idéntico caso al de Villares, donde el antaño Consistorio también se concibe en la actualidad como espacio juvenil y donde además el viejo consultorio médico se ha rehabilitado como sede del Grupo Scout.
En Santa Marta de Tormes los jóvenes también disfrutan de un local propio gracias a la antigua caseta de la Confederación Hidrográfica del Duero que en la actualidad es donde se reúnen, aunque antes tuvieron que pasar temporalmente por otro emblemático edificio que en su día acogió los Juzgados de Paz. También en la localidad trastormesina la antigua Escuela Hogar es hoy el edificio que acoge las dependencias de la Escuela de Música.
Un caso más inusual es quizás el del municipio de Castellanos de Moriscos donde el cierre de la iglesia parroquial de San Esteban por un período de casi treinta años obligó a celebrar el culto en otras dependencias municipales conocidas por aquel entonces como teleclub. Hoy, la “iglesia” temporal de Castellanos de Moriscos durante tres décadas es el Centro Polivalente de San Roque.
Viejos y emblemáticos edificios dispersos por toda la provincia que gracias a nuevos proyectos y a nuevas necesidades consiguen permanecer en pie al perder de vista su uso original.
Muchos edificios, espacios o zonas delimitadas de la provincia de Salamanca han perdido con los años su razón de ser, ya que el motivo que llevó a su construcción respondía a necesidades de otra época como puede ser el desempeño de otras labores u oficios que ya han pasado a la historia. Es el caso de emplazamientos como lavaderos o molinos que en muchos casos se han rehabilitado para mantener el patrimonio etnográfico intacto fundamentalmente con fines turísticos. Otros municipios, sin embargo, han optado por adaptarlos a la vida moderna y destinarlos a otros usos más acordes con los nuevos tiempos.
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Así ha sido, por ejemplo, en Alba de Tormes, donde la antigua Casa Molino se ha convertido en un espacio multiusos. Situada en la margen derecha del río Tormes se construyó en 1907 bajo el nombre de Aceña del Moro y estuvo funcionando durante más de medio siglo como fábrica de harinas, utilizando hasta 1943 el agua fluvial para mover las piedras del molino. En la actualidad conserva en la planta baja una exposición con la maquinaria que se conservó de la antigua fábrica, aunque el resto de los habitáculos se han rehabilitado para otras exposiciones, cursos, clases, reuniones o encuentros, además de que dispone de ordenadores. Recientemente también se ha trasladado a la Casa Molino de Alba a los alumnos de la Escuela de Música.
En la calle Carpihuelo del municipio de Carbajosa de la Sagrada se construyeron en 1911 los antiguos lavaderos que daban servicio a las mujeres de la localidad. Con la llegada del agua corriente la función de estos espacios pasó a ser meramente decorativa, salvo los casos excepcionales de los nostálgicos que apostaban por seguir lavando en pilas y pilones comunales. Durante años los carbajoseños vieron como la antaño concurrida zona iba cayendo en el olvido hasta que en 2012, el Ayuntamiento decidió reconvertir la nave destinada a lavadero. Con una inversión de 30.000 euros los responsables municipales resucitaron un local de más de 100 metros cuadrados cerrado desde 1974 habilitando para el municipio un Aula Taller multifuncional que se inauguró con un curso de alfarería.
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Ambos municipios son sólo dos ejemplos de los nuevos usos por los que muchos ayuntamientos apuestan para no perder espacios o locales municipales que se concibieron para otras épocas pero que con las debidas obras y acondicionamientos, encuentran también su lugar en los tiempos modernos sin perder el carácter de patrimonio etnográfico y salvándose así del deterioro y la consiguiente ruina.
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