Imagen del mirador inaugurado el 26 de julio pasado entre un molino y una fábrica de paños. TEL

El desconocido patrimonio industrial que esconde esta localidad salmantina junto al Tormes

Puente del Congosto cuenta junto al río con varias fábricas textiles, batanes y molinos | La zona es accesible desde la SA-102 y la visita se realiza por espacios nada agrestes

TEL

Viernes, 10 de marzo 2023, 12:43

La localidad de Puente del Congosto es conocida fundamentalmente por su zona de baño junto al río Tormes, el puente medieval y el castillo de los Dávila, que coronan cualquier imagen que se precie de la localidad. Además, desde el año 2021 ostenta el reconocimiento de Conjunto Histórico Artístico y cuenta, por tanto, con una conservación especial en su casco antiguo.

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Pero el entorno cuenta con otros muchos secretos aún por descubrir, como el legado del patrimonio industrial que aún conserva, vinculado también al río. Una actividad que cesó a lo largo del siglo XX, aunque hay documentos que hablan del textil en el pueblo a mediados del siglo XVI. Según señalan fuentes de la localidad, desde mediados de siglo XIX se empieza a tener más información de esta industria a través de los registros que existen en la Matrícula Industrial en Puente del Congosto. Los laneros tenían que pagar una cuota para el Tesoro y otros tributos como el “salto de agua” basado en el pago por el uso del agua para el funcionamiento de las fábricas o molinos. Este tributo se pagaba al Consistorio y la actividad lanera proporcionaba trabajo a los vecinos del pueblo y de otras localidades de la zona

. Así, en el inventario municipal figuran diferentes instalaciones destacadas: un taller, el lavadero del Herrén (fundado por el vasco Benito Felipe de Gaminde en 1818, activo hasta 1838 y que ahora es la zona deportiva del pueblo), el batán de la Pesquerilla, el molino de Desiderio en la Pesquerilla, la fábrica de paños, el molino harinero o de Justo, la máquina o el Kaiser, así como un tinte y una jabonería.Todos estos elementos se concentran fundamentalmente en un espacio del río que abarca los dos puentes y que presentan diferentes grados de conservación. El Consistorio ha puesto en marcha este año el programa “Invierno cultural”, invitando al público a conocerlos.

Para llegar allí lo mejor es cruzar el puente nuevo de la carretera SA-102 en sentido Piedrahita y girar a la izquierda (carretera de Bercimuelle). Se puede aparcar bien y descubrir uno de los molinos (otro se lo llevó la riada de los años 60 y solo quedan restos) y los restos de una fábrica de paños, y acabados, que fundó Sebastián Blázquez el último portazguero del puente y que funcionó de 1890 a 1910. Desde allí se puede visitar el batán de entrepuentes y, siempre guiando la estela del río, puede acercarse también a la conocida como máquina o el Káiser, aunque en este caso se encuentra aguas arriba y hay que salir por la zona de baño hacia el entorno de la presa del Ruso. Era una fábrica de acabados, que tuvo también una pequeña hilatura y, como recuerda el catedrático universitario de Ingenieros de Béjar y experto en textil y su patrimonio, Javier R. Sánchez, “tenía batanes, perchas, tundidoras, una frisadora y alguna barca de tintado” y funcionó hasta acabada la Guerra Civil. Fueron ejemplo del rico legado de la localidad, que no se limita a su relación con la trashumancia pese a que el paso del ganado es lo que dio esplendor y nombre a esta localidad. La visita puede comenzar en una actuación mucho más reciente: el mirador del molino, ejecutado por el Ayuntamiento entre dos de estas edificaciones. La vista no puede ser mejor, el castillo, el puente medieval y el río en una sola imagen. Y todo ello, en un recorrido corto y nada agreste.

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