Miércoles, 12 de abril 2023, 20:12
Tras un año de trabajo por parte de los expertos, por fin se ha podido autentificar un descubrimiento artístico de primer nivel entre las piezas pictóricas que se exhiben en el museo Carmus de la villa ducal. Se trata de la identificación de la mano de Cristóbal de Villalpando, pintor del siglo XVII en la Nueva España, en un óleo sobre lienzo que se muestra al público en la sala de pintura del museo.
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El mexicano Cristóbal de Villalpando está considerado por los expertos a un nivel similar al de Velázquez en España y el mejor pintor barroco de Hispanoamérica, y en nuestro país apenas hay un puñado de obras suyas, a las que se acaba de incorporar de manera oficial esta pieza ubicada en Alba de Tormes, que hasta ahora estaba considerada como anónima.
El cuadro lleva por título “San Juan Diego ante el obispo Fray Juan de Zumárraga mostrando su tilma con la imagen de la Virgen de Guadalupe” y mide 1,65 metros de ancho por 1,87 de alto.
El presente cuadro, iconográficamente, muestra uno de los episodios relacionados con la aparición de la Virgen María a un humilde campesino indígena, al poco tiempo de ser bautizado (c.1524) por los primeros misioneros franciscanos con el nombre de Juan Diego Cuauhtlatoatzin (1474-1548). Según la tradición y las fuentes arqueológicas e iconográficas, junto con el documento indígena más importante y antiguo sobre el evento de Guadalupe, titulado ‘Nican Mopohua’ -escrito en náhuatl con caracteres latinos en 1556, por el escritor indígena cristiano Antonio Valeriano, entre el 9 y 12 de diciembre de 1531-, se le apareció cuatro veces la Virgen de Guadalupe a Juan Diego (a sus 57 años), tal como ha explicado en su informe el catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Salamanca, José María Martínez Frías.
En cuanto a las singularidades de la pintura el catedrático señala que las obras del autor se ocuparon fundamentalmente de temas religiosos, obras que siempre obedecían a encargos previos, y supone que esta pintura pudo ser una encomienda de los Jesuítas como cuadro para un noviciado y que fuera utilizada, conforme al mentado método pedagógico, para la motivación de los que allí aspiraban a ser jesuitas.
De lo que no hay noticia es de cómo llegó el cuadro hasta Alba de Tormes, donde ha permanecido colgado en el claustro del convento de clausura de la Anunciación de las Madres Carmelitas cerca de trescientos años. La pieza está en un buen estado de conservación y una de las opciones que se baraja es que llegase al convento como una donación de particular, o bien como un presente de la Orden del Carmelo desde México. Lo que sí es seguro es que realizó el viaje de más de 8.600 kilómetros desde México hasta la villa ducal.
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