Con la encina se aumenta la calidad ya que se consiguen más calorías.
Eustaquio Martín en el monte haciendo el cisco que luego venderá en Retortillo y los pueblos cercanos al suyo. | fotos: casamar

El cisco sigue calentando en Salamanca

Eustaquio Martín lleva cerca de 40 años haciendo cisco para calentar los braseros de los vecinos de Retortillo y alrededores

Viernes, 29 de marzo 2019, 10:58

“Llevo haciendo esto casi desde que empecé a andar porque iba con mi padre que también se dedicaba a hacer cisco y me llevaba con él aunque han cambiado un poco las cosas”.

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Eustaquio Martín, más conocido como “Taqui”, todavía recuerda como su padre le hacía levantarse a las 6 de la mañana para agavillar a mano los retazos de encina que más tarde servirían como lumbre a los vecinos de la comarca para calentarse en los gélidos días de invierno.

“Antes se hacía todo a mano y cargabas lo que podías echarte al hombro, era muy aburrido y la parte que menos me gustaba pero ahora eso se hace con el tractor y es mucho más rápido”, asegura este joven de 43 años, uno de los pocos supervivientes de la zona en este casi desaparecido oficio de hacer cisco.

“Taqui” se dedica a los trabajos forestales por lo que el monte es su vida, lugar en el que dice sentirse muy feliz, aunque asegura que cada vez hay más problemas con la normativa por lo que el trabajo terminará por desaparecer: “Las leyes las sacan desde las oficinas aunque no tengan ni idea, deberían hacerse a campo porque en algún momento han querido poner una ley para que las llamas no subieran más de un metro y eso es inviable, cuando arden diez o quince ramas de encina el fuego sube unos seis o siete metros”.

La encina es la especie estrella para hacer cisco ya que como explica “Taqui”, “antes también se utilizaban los retazos de otros árboles pero ahora, como pasa con la leña, la gente lo que quiere es calidad y el cisco de encina tiene más calorías”.

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Aunque los avances técnicos han hecho peligrar este oficio y el gas natural y demás sistemas de calefacción han querido desbancar en el mercado a las calorías naturales del cisco, lo cierto es que los continuos incrementos en las facturas sumados a la crisis en la que se vio sumido el país durante años supusieron un oasis en el desierto para la profesión. Aun así Eustaquio Martín reconoce que es probable que el oficio acabe por sucumbir a la escasa demanda : “Hubo un momento en que parecía que iba a desaparecer pero como la luz es muy cara y los braseros eléctricos apenas aguantan el calor una vez que los apagas, se fue manteniendo, aun así ha bajado mucho, porque si antiguamente mi padre vendía en una temporada sólo en Retortillo 1.000 sacos de cisco, yo ahora vendo entre 60 y 100”.

Una notable diferencia que se ha acrecentado en tan solo unas décadas ya que en la actualidad para que “Taqui” venda 1.000 sacos tiene que moverse por distintas poblaciones: “En las ciudades no se vende nada de cisco, sólo en los pueblos. Yo vendo en Retortillo y en otros municipios de la zona como Sancti Spiritus, Villares o Villavieja de Yeltes y en una temporada vendo los 1.000 sacos que a mi padre le compraban sólo aquí, en Retortillo”.

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“Taqui” trabaja con retazos de encina ya que asegura que “la gente busca calidad y esa madera tiene más calorías”

A pesar de que cada vez se tiene más miedo a los accidentes ocasionados por los braseros, este joven cisquero asegura que “se oyen muchas cosas pero es peligroso como todo, ahora las casas están más aisladas pero si te entra aire por todos los lados...”.

Además de sacar un rendimiento comercial el oficio de hacer cisco tiene sus ventajas para el monte: “Está claro que hay que hacer algo con el retazo que sobra de los árboles y así se consigue que el monte quede limpio porque de otra forma es muy difícil, casi inviable diría yo”.

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El relevo generacional es casi impensable en estas tareas ya que como afirma Eustaquio “los pueblos que es donde se vende el cisco están condenados a desaparecer. Por ejemplo en Retortillo somos unas 120 personas y más de 70 superan los 70-80 años”. Aun así “Taqui” tiene dos hijos que de una forma u otra sienten debilidad por el campo: “El pequeño es más de animales y sobre todo le gustan mucho las gallinas pero a la mayor que tiene 15 años le gusta mucho venirse al monte conmigo y a veces se viene a estudiar mientras yo trabajo, se ve que ya le gusta mucho”.

Cuando a “Taqui” se le pregunta cuál es la parte menos amable del oficio no encuentra respuesta, como buen profesional que ama su trabajo por la fuerza de la tradición familiar: “La parte más dura antes era agavillar a mano y mi padre nos engañaba diciendo que sólo íbamos a coger cinco o seis y luego eran diez o doce, pero ahora... a mí me encanta mi trabajo y lo único malo quizá es que es muy sucio, que te pones muy negro”, bromea este joven trabajador forestal. Para él, el trabajo seguirá en marcha mientras los pueblos sigan existiendo, algo que se tambalea peligrosamente.

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LOS DETALLES

Biomasa como competencia. Aunque para muchos la biomasa es la competencia directa del cisco, “Taqui” insiste en que “no es rentable. Quizás ahora sí porque apenas hay demanda pero en cuanto crezca dejará de serlo. Para hacer los pellets nos piden que tengamos los retazos amontonados y si ya tengo que hacer eso le echo una cerilla y ya está”.

Producción que depende de la lluvia. En este momento los permisos para hacer cisco están vigentes hasta el próximo 30 de marzo con posibilidad de que se prorroguen, dependiendo de si en este tiempo llueve o no llueve. “Ha habido años lluviosos en lo que hemos podido hacer cisco hasta principios de junio”, afirma Eustaquio.

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Más productivo el cisco que la leña. Eustaquio Martín también se dedica a la leña aunque reconoce que el cisco da menos trabajo y por tanto se puede decir que es más productivo: “Se le gana más que a la leña y no tienes que andar por ahí subiéndote a los árboles”.

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