Jueves, 23 de febrero 2023, 18:15
A escasos kilómetros de Salamanca, en la localidad de Villoria, vive un agricultor, una persona que se podría definir como “curandero”, no obstante Antonio García Sierra prefiere decir que ayuda a la gente que se lo pide.
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Cura almorranas, ojos de gallo, culebrones, ... dermatitis atópicas o los clavos de las manos. No obstante, últimamente lo que más le piden es que medie para encontrar la pareja ideal. “Muchas chicas a las que no les salen pretendientes vienen para que les busque novio y a los pocos días de pedírmelo les salen tres o cinco”, confiesa. No es que él se encargue de realizar la búsqueda, es que les ayuda con su energía. “Algunas tardan un mes, otras más”, continúa.
También hay hombres que recurren con esta misma intención. Pero Antonio relata el caso de una mujer, sin dar nombres, que le pidió encontrar pareja. “¿Cómo le quieres?, preguntó él. “Pues mira, si puede ser que sea rico, guapo y que me quiera”, pidió ella. “A los pocos días, me llama y me dice: ‘ya encontré novio’; me dijo lo que tenía y digo, cierra los ojos y cásate. Se casó, él le compró un piso, un coche y ahora ella está de señorita”.
Esta es una de las muchas historias que puede relatar Antonio de sus experiencias ayudando a los demás. Confiesa que su secreto está en la energía positiva, que nunca pide a nadie tomar medicamentos y que las plantas únicamente las entrega, nunca para consumirlas. El único requisito de los pacientes es “que tengan fe, si no creen yo no puedo hacer nada”, argumenta. Nunca cobra, porque el mejor pago que puede recibir es la satisfacción de ver que ayuda a los demás.
Lo más típico que hace es conjurar almorranas y clavos, en ocasiones no es necesario ni que esté presente para quitarlas. “Yo creo que hay mucha gente que cree en las personas que hacen el bien y es cierto que toda la vida ha habido personas en los pueblos que han ayudado a la gente”, considera. Piensa que hay muchas personas con dones que no quieren poner en práctica porque esta tarea requiere de mucho tiempo y dedicación, simplemente por ayudar y hacer el bien sin esperar nada a cambio.
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En relación con el mal de ojo, bajo su punto de vista, “hay gente que hace el mal y nosotros hacemos el bien”, detalla. “Siempre hay personas que hacen el mal y es muy difícil cambiarlas, si acaso se puede haciendo el bien, porque haciendo más mal no hay manera”, recomienda.
No obstante su ejemplo se centra en la solución de cuestiones en positivo, por ejemplo arreglos de parejas que estaban con problemas. También hay quienes recurren a él para soluciones empresariales o para encontrar trabajo. Con estos últimos confiesa que si conoce a alguien que busca trabajadores sí media para ponerles en contacto.
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Su metodología de aprendizaje no existe, “no aprendí, nací con ello y a medida que ayudo a la gente veo que se solucionan los problemas y es positivo”, cuenta. Confía en los médicos y valora muy positivamente el avance de la medicina.
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