Juan Martín preparando en su comercio de La Zarza de Pumareda los pedidos para llevarlos a las casas. FOTOS: CASAMAR

El bendito pequeño comercio que da de comer a los pueblos salmantinos

Las modestas tiendas, de alimentación y productos de primera necesidad están siendo claves para superar las medidas de aislamiento en las zonas rurales

Domingo, 29 de marzo 2020, 15:51

Con el tráfico por carretera restringido a prácticamente lo esencial y el obligado aislamiento en las casas, las pequeñas tiendas de los pueblos se han convertido en la tabla de salvación de los vecinos para proveerse de los tan necesitados, ahora más que nunca, productos de primera necesidad.

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“Hacemos lo que podemos para que la gente del pueblo no le falte de nada, incluso con el miedo de que podamos contagiarnos o llegado el caso contagiarlos, para lo que ponemos todas las medidas de seguridad que dictan las autoridades sanitarias”, destaca Juan Martín, propietario de la tienda de La Zarza de Pumareda.

“No tenemos todas las marcas ni todos los productos, eso sería inviable para nosotros”, afirman los comerciantes

Apoyado en todo momento por su hermano Vicente Martín, el pequeño comerciante de La Zarza está viviendo en estos días una situación aún más especial “porque debido a las medidas de aislamiento forzoso que nos hemos autoimpuesto todos los vecinos después del fallecimiento de una vecina por coronavirus, el cumplir con el servicio es más complicado”, afirmó Vicente Martín.

Con el objetivo de que nadie se exponga al contagio, el Ayuntamiento y la tienda de La Zarza colaboran en recoger los pedidos telefónicamente, “para que una vez mi hermano Juan los prepara, un grupo de voluntarios los lleve casa por casa, dejando el pago para hacerlo todo junto y con el dinero justo los domingos o bien los hijos lo hacen por transferencia, porque toda precaución que tomemos de momento es poca”, señala Vicente Martín.

Como contraprestación a su esfuerzo, estas pequeñas tiendas de pueblo si que están viendo como las ventas aumentan “porque al no poder desplazarse a otros sitios más grandes, toda la compra la hacen aquí”, señalan los comerciantes, “aunque son conscientes de que ni tenemos todas las marcas ni siquiera todos los productos, porque para un negocio como este sería inviable”, afirma Vicente Martín, que se muestra esperanzado “en que pronto vuelva la normalidad y podamos salir a la calle”.

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‘Abrir la tienda supone un esfuerzo’

A menos que tengas a alguien que esté trabajando fuera y pueda desplazarse, cosa rara en estos tiempos, hemos pasado todos de ir para comprar lo esencial a estar muy agradecidos por seguir abiertas sus puertas”, destacó ayer una vecina de Sotoserrano, al hablar del pequeño supermercado local.

Una situación a la que se han visto obligados la práctica totalidad de los vecinos que residen en los pueblos más pequeños de la provincia de Salamanca, impedidos por las medidas restrictivas a desplazarse más allá de unos metros de sus viviendas para reponer las despensas.

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“Mantener abierto el comercio supone para nosotros un esfuerzo muy grande, realizando constantes desinfecciones de todo, pero también por el miedo a que al acabar la jornada podamos llevar algo para casa. Yo tengo a mi padre con más de noventa años y eso da miedo”, afirmó ayer Ángel Hernández, propietario del supermercado de Sotoserrano.

“Al principio, supongo porque no sabíamos que iba a ocurrir, si que cargamos como todo el mundo con más productos de los que necesitamos, pero ahora ya hemos conseguido racionalizar las compras y seguir más o menos con lo habitual”, afirmó un vecino que ayer se acercó a reponer provisiones hasta el comercio serrano.

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“La gente sigue pidiendo guantes y alcohol, pero los donamos todos a Miranda”, afirma Ángel Hernández

En esta misma línea se expresó el dueño afirmando que “sí que es verdad que los primeros días fueron un poco de locura, aquí sobre todo se notó que la gente hacía acopio de legumbres, para hacer platos de cuchara, y leche pero al ver que seguíamos abiertos y que los proveedores nos siguen atendiendo, se ha recuperado casi la venta normal”, señaló Ángel Hernández.

Entre los productos por los que la gente no deja de preguntar, según el comerciante, “es por los guantes y el alcohol, pero todo lo que teníamos en la tienda lo donamos el primer día de la crisis al Centro de Salud de Miranda del Castañar, porque sabíamos que allí iba a hacer más falta”.

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Unos comercios que aunque pequeños siguen sirviendo una importante variedad de productos “porque afortunadamente los proveedores siguen sirviendo con normalidad”, señaló Ángel Hernández.

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