Francisco Bustos y Vicente García en sus pequeños huertos. EÑE

Desde Salamanca y Alemania: la jubilación junta a dos amigos de nuevo en esta localidad salmantina

Vicente García y Francisco Bustos han vuelto a Aldeanueva de Figueroa y se reencuentran para disfrutar de las mismas aficiones después de ejercer sus profesiones en Salamanca y Alemania correspondientemente

Domingo, 9 de abril 2023, 12:04

La jubilación es, probablemente, una de las etapas más deseada de una persona. Con la satisfacción del trabajo realizado, se empieza a disfrutar realmente de los logros conseguidos con esfuerzo y sacrificio. Cuando además nunca se ha perdido el sentido de pertenencia al pueblo de ... nacimiento, la satisfacción es plena si el premio es poder volver a él. Es el caso de Vicente García y Francisco Bustos, dos amigos que se criaron en Aldeanueva de Figueroa y que vuelven a encontrarse después de más de 50 años separados por sus respectivos trabajos a más de de 2.000 kilómetros entre sí; uno en Salamanca y otro en Alemania.

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Vicente escogió el camino militar para aprender el oficio de mecánico de aviones que luego ejerció como civil, mientras que Francisco fue de los que emprendieron un viaje al extranjero en busca de un trabajo, en este caso de soldador mecánico en Alemania. “La aviación me había llamado la atención desde niño, puedo decir que he trabajado en lo que más me gusta y aquí en Salamanca, en Matacán”, afirma el primero; mientras que Bustos asegura que “yo me fui sin saber qué oficio iba a desarrollar, al principio estuve en una fábrica de tubos de escape, pero pronto me fui de soldador a la Mercedes”.

Sus vidas personales, paralelas al trabajo, nada tuvieron que ver, puesto que Vicente, aunque viudo en la actualidad, estuvo felizmente casado con Carmen, también nacida en Aldeanueva: “Tuvimos dos hijos y en la actualidad tres nietos que son los que me alegran con sus visitas al pueblo”. La pandemia jugó una mala pasada a este hombre que perdió a su compañera de vida precisamente por la covid: “Al poco tiempo de estar confinados, ella cayó mala e ingresó, y si el día 5 de abril fallecía ella, yo también fui ingresado el día antes; fue un tiempo complicado para perderla y muy duro”. Vicente salió del hospital veinte días después y su refugio volvió a ser Aldeanueva. Francisco es soltero y disfruta del pueblo con sus hermanas, que habitualmente van a visitarle: “Tenemos una casa grande que pertenecía a mi madre, la ampliamos y es donde yo estoy habitualmente”.

Ahora comparten tiempo y aficiones

Vicente posee en su casa un pequeño huerto y un lugar donde preparar reuniones con amigos, algo que Francisco tiene a las afueras del municipio, donde también tiene plantación de verduras y una pequeña bodega. “Me siento a gusto aquí y hago lo que quiero, es un lujo poder vivir en Aldeanueva y tener la capital a un paso si necesitas algo”, explica Vicente. Francisco, aunque mantiene su vivienda en Alemania, en una ciudad de la Selva Negra, afirma que “no hay nada como esto, la libertad de poder salir de casa y estar en mitad de la naturaleza; la vida en un piso es muy aburrida y rutinaria”. Ambos se ayudan en sus plantaciones y hacen planes en común junto a otros cuantos amigos que disfrutan, como ellos, del ambiente tranquilo que reina en Aldeanueva de Figueroa.

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