Sábado, 21 de diciembre 2019, 11:15
La despoblación en el medio rural está pasando factura a un sector que prácticamente ha tenido presencia en todos los pueblos, como es el de la hostelería, y que ahora se enfrenta al progresivo e imparable cierre de bares y restaurantes. Ante esta situación, numerosos ayuntamientos han tomado la decisión de hacer todo lo posible para que en sus municipios siga existiendo, al menos, un bar y ofrecen incentivos para su gestión con el fin de atraer a posibles interesados en llevar el negocio.
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“Un pueblo sin bar, es un pueblo muerto y más en invierno porque si ni siquiera hay bar, muchos vecinos no salen de sus casas y pasan días e incluso semanas sin verse y sin socializar”, afirman los vecinos.
Precisamente la escasez de habitantes en muchos de estos pueblos ha sido la principal dificultad de los bares para poder mantenerse porque, según comentan incluso algunos de sus habitantes, “hay días que ponen cinco o seis cafés a media tarde y es toda la ganancia”. Pagar el alquiler del local, la cuota de autónomos, la luz, la calefacción, los productos y bebidas y la limpieza, entre otros, disparan los gastos frente a unos ingresos ya de por sí muy limitados.
“Muchos de los que tenían los bares y vivían en los pueblos se han ido jubilando y echando el cierre definitivo porque no hay relevo generacional, los jóvenes se han ido a vivir fuera y prefieren otros trabajos y es complicado que alguien se quiera venir a un pueblo pequeño para llevar el bar”, comentan.
La falta de bares se echa aún más de menos en fechas señaladas como el reciente puente festivo de la Constitución y la Inmaculada o en Navidades, sobre todo por la llegada de hijos ausentes y visitantes que tampoco tienen dónde acudir para pasar un rato y tomar algo.
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“Si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma” es en este caso lo que están aplicando los ayuntamientos buscando emprendedores que apuesten y quieran revitalizar los pueblos haciéndose cargo de los bares. Localidades como Olmedo de Camaces y Aldeaseca de la Frontera han sido de las últimas en sumarse con condiciones más que ventajosas para que el bar pueda reabrir sus puertas. Babilafuente, otra de las localidades de la comarca de Peñaranda, sí cuenta con varios establecimientos hosteleros pero el Ayuntamiento ha reformado un espacio en el instituto viejo para crear un nuevo bar municipal que busca, también, gestores.
“Primero cierran las escuelas, luego los bancos, las tiendas y ahora ya nos quedamos hasta sin bar. Los que tienen coche lo mismo se van al pueblo de al lado a echar la partida o tomar el café pero los que somos ya mayores y no disponemos de esa ventaja, no tenemos otra opción de ocio”, comentan también los habitantes de otro pueblo que en sus buenos tiempos llegó a tener tres bares y ahora ninguno.
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En un tiempo que parece más propio de la búsqueda de nuevos pobladores en el oeste americano, numerosos pueblos salmantinos no escatiman esfuerzos para que el lugar de encuentro social por excelencia, como es el bar, vuelva a prestar servicio lo antes posible.
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