Miércoles, 2 de marzo 2022, 23:19
Al ritmo de la música de la charanga, los vecinos de Villares de la Reina se han despedido del Carnaval acompañando a la sardina en el tradicional entierro. Los propios vecinos han sido los encargadas de llevar a hombros la sardina por un recorrido por las calles de la localidad que terminó en el Centro de Ocio y Deportes con un chocolate.
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Así, entre lágrimas y risas ha partido la procesión del entierro de la sardina después de la celebración de la misa del Miércoles de Ceniza, para recorrer el trayecto desde la iglesia hasta el pabellón municipal, donde la comitiva fúnebre y los numerosos vecinos que participaron en la actividad, han dado el último adiós al pez y disfrutaron de un chocolate caliente con churros.
Los vecinos han degustado la merienda con doscientos litros de chocolate con la que se pone fin a la programación lúdica, festiva y de salir con los disfraces por las calles para dar paso al inicio de la Cuaresma. Una larga y organizada cola permitió que tanto niños como mayores recogieran las 1.100 raciones de chocolate con churros que se habían preparado. Tras degustar el dulce convite llegó el momento de bailar los ritmos más divertidos del Carnaval con la animación de la charanga. Todo ello lo hicieron en torno a la figura de la sardina que ocupó el centro del pabellón y se transformó en el reclamó para la diversión de los más pequeños de la casa.
Carbajosa de la Sagrada ha dado fin al carnaval de este año con la celebración del tradicional entierro de la sardina del miércoles de ceniza con un desfile que ha salido desde la plaza del Ayuntamiento por varias calles del pueblo y que estuvo perfectamente organizado por el programa municipal Ciudad de los Niños.
Como es tradición, los asistentes al entierro han sido ataviados con el luto pertinente, parodiando así los rituales funerarios portando las sardinas que posteriormente han sido enterradas como cuenta la tradición para finalizar el carnaval.
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El buen ambiente ha reinado para dar carpetazo al carnaval de la vuelta a la “normalidad” tras un año de parón por la pandemia después de varios días de celebración y en los que el color, la música y los disfraces se hicieron con las calles del municipio
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