Domingo, 3 de mayo 2020, 13:04
Con la tecnología más que presente en la vida cotidiana a un nivel esencial, son muchas las localidades salmantinas que carecen de una velocidad de conexión a Internet apropiada, banda ancha, para sobrellevar el confinamiento, especialmente en el caso de los escolares que continúan los estudios a través de plataformas online y videollamadas.
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Hace un año la Diputación de Salamanca anunció un ambicioso proyecto para llevar 30 megas de velocidad a todos los rincones del territorio con una inversión de seis millones de euros, una iniciativa que, tal y como aseguró Javier Iglesias, presidente de la institución, “abrirá un mundo de oportunidades”.
Las familias del entorno rural, tras verse precipitadas a una dependencia total de Internet de la noche a la mañana y a un nivel que les sobrepasa, siguen sorteando obstáculos como los cortes en el servicio vía satélite, un problema que muchas familias reconocen haber sufrido últimamente debido a las tormentas. “Unos días va bien, otros mal, y muchas veces se va”, confirman familias como la de Sonia Rodríguez, vecina de la localidad de Agallas y madre de un joven de 18 años en Secundaria y una universitaria de 19 años.
La flexibilidad del profesorado, asegura, “es clave porque no siempre pueden hacer las tareas dentro de un horario fijo”. La descarga de contenidos también entorpece el día a día, ya que diez minutos para un usuario de un gran núcleo poblacional pueden convertirse en una hora y media para las familias de zonas rurales.
Desde Villasbuenas, un pueblo situado en la comarca de Vitigudino, las familias recalcan la lentitud del servicio disponible, y aunque el Ayuntamiento solicitó a la Junta la instalación de una antena, la petición fue denegada. Por otra parte, los habitantes esperan la inminente llegada de la fibra óptica.
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Los pueblos más pequeños, en especial las pedanías de algunas localidades, como es el caso de Vegas de Domingo Rey, no solo carecen de conexión a Internet, sino que en estos tiempos continúan sin red móvil. Isabel Pérez y David Crespo, vecinos de la zona, son los únicos que disponen de internet y cobertura móvil, y para ello han tenido que contratar un paquete de 30 megas. .
Además la única opción es el satélite, con el alto coste y los problemas que conlleva en casos de mal tiempo. Isabel Pérez da clases online a diario y ambos son padres de una hija en edad escolar. A pesar de pagar altas cuotas, cuando la tormenta causa estragos, la conexión vía satélite tarda hasta una mañana o una tarde entera en volver y ni ella ni su hija pueden cumplir con sus obligaciones. “Los vecinos tienen que caminar un kilómetro para hablar por el móvil”, aseguran.
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La comunicación, básica para combatir el aislamiento, hace patente su deficiencia en muchas zonas olvidadas de la provincia, donde el teléfono fijo es la única vía plausible. La grabación de las clases para su posterior visualización y el trabajo fuera del horario estipulado resultan claves. Muchos centros educativos facilitan ordenadores y tabletas a quienes no tienen suficientes dispositivos para conciliar teletrabajo y estudios.
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