El debate entre los candidatos de los tres partidos que consiguieron más representación en las últimas elecciones, el socialista Luis Tudanca, el popular Alfonso Fernández ... Mañueco y el naranja Francisco Igea fue un coñazo sin paliativos. Más allá de la familia de los líderes, los que van en las listas y los periodistas, nadie vio los más de 90 minutos de debate, por decir algo, porque como es habitual cada uno fue, excepto momentos muy puntuales, a hablar de su libro y lo mismo da que el tema fuera la despoblación, que la sanidad, el empleo o la educación.

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El debate había levantado cierta expectación, más que nada por ver si Igea y Tudanca eran capaces de dejar KO a Mañueco, pero nada. El de Ciudadanos lo intentó y era el que más difícil lo tenía porque no se va a poner a hablar mal del Gobierno del que formaba parte y al que hasta ayer defendió con uñas y dientes. De Tudanca es mejor ni hablar. Hasta el moderador le tuvo que echar un cable invitándole a interrumpir a los otros dos.

El consejo para don Francisco es que abandone el papel del “despechado” y asuma que las elecciones se han adelantado porque una de los suyos, casualmente su lideresa Inés Arrimadas, puso en peligro el pasado mes de marzo la estabilidad de varios gobiernos autonómicos, empezando por Murcia donde pusieron la moción de censura, que finalmente fracasó, y terminando por Castilla y León, donde también la presentó el PSOE convenciendo a la exnaranja María Montero y a otras que al final se arrepintieron. La deplorable actuación de María Montero, que no hay que olvidar que fue fichaje personalísimo suyo, marcó un antes y un después en la confianza entre los dos socios de gobierno en la Junta. Se salvó Madrid porque la avispada Isabel Díaz Ayuso destituyó a todos los de Ciudadanos y disolvió la asamblea antes de que el ambicioso Ignacio Aguado censurara el Gobierno regional. Es lo que ha hecho ahora Mañueco, que es verdad que se ha “ayusizado” y se ha adelantado al riesgo cierto de que los socialistas convencieran a alguno de sus procuradores y prosperase a partir de marzo la que hubiera sido la segunda moción de la legislatura.

Mañueco se ha “ayusizado”, sí, pero es que antes estaba “igeizado”. Y los votantes del PP prefieren que el presidente popular se deje seducir por el estilo liberal de Madrid, que por el “prohibicionismo” de Igea y de su consejera Verónica Casado, antigua colaboradora de Pedro Sánchez en el Ministerio de Sanidad.

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Es recomendable que para el segundo debate Mañueco exija que lo maquillen mejor, que le den menos “betún”, que no se pasen con los coloretes y que se vuelva a poner las gafas para que no pierda su esencia. Y por supuesto, que siga teniendo como referente a quien ha conquistado a los votantes y antiguos votantes del PP en Madrid, pero sin perder algo de personalidad: “Yo lo que le quiero decir ...” No hace falta que se pase con la sal, que los castellanos somos recios y parcos.

Tudanca estuvo pusilánime, sin recursos ni discursos, más allá de repetir machaconamente que esta Comunidad necesita ser gobernada por el PSOE porque el PP lleva treinta y tantos años al frente de la Junta. Claramente insuficiente para alguien que quiere conquistar el voto de los castellanos y leoneses. El mejor consejo para el PSOE, en el que hay grandes personas, es que cambie de líder, que este no vale. Por cierto, este periódico ha intentado, por segunda campaña consecutiva, hacerle una entrevista como candidato que podría tener opciones de gobernar, y es la segunda vez que ha declinado la invitación. Bien porque no cree en la pluralidad democrática o porque tiene miedo a someterse a las preguntas de este medio de comunicación, pero lo cierto es que si no hay cambios no saldrá en LA GACETA porque él ha rechazado la invitación. Lamento que su Gobierno, el del sanchista, le esté ayudando poco en esta campaña.

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