Pedro Sánchez Pérez-Castejón es el presidente del Gobierno de España. Se acabó lo de “en funciones”. Bueno, se acabó para el presidente, que no ... para los ministros de los que sólo sabemos cargo y carga de los que son sus socios de coalición, los de Unidas Podemos. Aunque tampoco son oficiales, de modo que hasta la próxima semana los ministros socialistas siguen estando en funciones y los comunistas sin funciones.
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Prometía ayer el presidente su cargo ante el rey Felipe VI por su honor y por su conciencia. Lo hacía sin crucifijo ni Biblia, con la mano sobre el artículo 99 de la Constitución española, ese que habla del Gobierno y de la Administración, en el que se detalla cómo se elige al presidente de nuestro país, cómo se convocan elecciones y cómo es el rey el que le propone y todo eso.
Y lo que debería ser un alegrón para los españoles que llevábamos año y medio sin funcionar por culpa del gobierno en funciones y votando que te vota porque sus señorías eran incapaces de ponerse de acuerdo, resulta que ahora ya no nos gusta tanto. De verdad, no hay quien nos entienda.
Es que ni cien días le hemos dado al pobre presidente —ex presidente en funciones—, al irreductible Pedro Sánchez que se alzó con el poder frente a los poderosos de su partido —contra todo pronóstico—; que ganó la primera moción de censura en nuestro país aprovechando el juicio contra la corrupción en el Partido Popular —contraviniendo la historia—; que ganó las primeras elecciones de 2019 sin llegar a un acuerdo de gobierno —contra toda lógica— y que ha vuelto a ganar unas inesperadas segundas elecciones meses después coaligándose —contra sus propias palabras— con los que no le dejaban dormir. Un resistente. Un auténtico ixodoideo (o ixodoidea). Un tipo digno de estudio. Y sus maniobras políticas, también.
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Dicen los que saben de dineros que Pedro y Pablo, los santos apóstoles de la coalición progresista, van a tener que hacer frente a un complejo ejercicio de equilibrio económico. Que está muy bien elevar el gasto social para reducir la desigualdad, pero que Bruselas no va a quitar el ojo de encima a la evolución del déficit y la deuda.
Hablan los expertos de “cuadratura del círculo” y de que la Unión Europea no va a ser tan benévola como cuando nuestros mandatarios se apellidaban “en funciones”. Ahora la cosa va en serio. Por de pronto, para aprobar los presupuestos generales, no bastará con la abstención de la izquierda republicana catalana. Para sacar adelante las cuentas será necesario el voto a favor de aquellos a los que España les importa “un comino”.
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Ya tenemos presidente, ya tenemos ixodoideo. Y tiene tarea el resistente.
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