Es hora de volver a empezar. De volver a la normalidad, o a este invento extraño con el que nos la quieren colar. Hora de ... volver a los trabajos, a las aulas, a los negocios. De tener que empezar la rutina del invierno con ganas ya de que vuelva ese calor que aún no se ha ido, porque el caso es quejarse.
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Y volvemos, todos. ¿Volvemos todos? ¿O no volvemos? Qué duda. Porque a días de que empiece el curso escolar aún no sabemos nada. Que vale que es muy típico de estudiantes eso de dejarlo todo para el último segundo, pero quizá esto sea pasearse, no lo veo como buen ejemplo.
A los trabajos no va a volver todo el mundo, eso está claro, por un lado porque los hay que seguirán optando por la opción del teletrabajo, a la que las empresas le han descubierto una siniestra rentabilidad. Por otro lado, porque muchos encontrarán al volver el letrero de cerrado por vacaciones, que van a ser vacaciones eternas, como las de Paquirrin.
Pero todos tranquilos, que ya ha vuelto el hombre, el líder, el Presi. Que ha acortado sus vacaciones uno o dos días, para venir a decirnos que si sabemos contar, que no contemos con él. Gracias, Pedro.
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Pero a los que no dejan volver, a los que no dejan vivir, es al ocio nocturno. Y entiendo que con esta situación tienen que reinventarse y adaptarse, pero hay que dejar que lo hagan, dejar que puedan trabajar y no ponerles trabas a su negocio. Los han convertido en cabeza de turco de un problema en el que tienen la misma parte de culpa que restaurantes, zapaterías, conciertos, cenas en casa... No es ni justo, ni proporcionado.
Lo peor es que habrá quienes al volver a su casa vean que ya no pueden entrar, porque alguno se ha colado tirando de filosofía “coletil”. Aunque en verdad Iglesias es experto en eso de “lo mío es mío y lo tuyo es nuestro”.
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En fin, que estamos de vuelta. No sé a dónde llegaremos, hacia dónde nos dirigimos, ni si vamos a ser capaces de llegar a buen puerto.
De momento lo único que tengo claro, lo que de verdad me importa ahora mismo, es que mi perro y yo estamos en casa de vuelta preparados para lo que venga. En esta nueva etapa de incertidumbre mi única verdad es que hay que sacar a Quique tres veces al día. De todo lo demás ya se encarga Pedro Sánchez. O no.
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