Se pone un poquito asquerosa y repugnante la política revisando los desagües y las cañerías más infectas cuando en el horizonte asoman unas elecciones. Da ... igual si municipales, autonómicas o generales, que eso parece importarles realmente poco en estos tiempos de confusión donde ya se considera de torpes e incompetentes no aprovechar una buena bala en el cargador.

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Enseguida comienzan a aparecer nuevos casos de corrupción y otros chanchullos unos más nauseabundos que otros, o a reverdecer los pasados que todavía estaban empantanados en distintas instancias judiciales pero de los que de pronto comienzan a filtrarse oportunamente nuevos datos, viejas conversaciones, peliagudos y sonrojantes detalles que nos muestran muy a las claras la catadura moral de buena parte de la clase política de una y otra ideología, esa en la que quizás habíamos depositado la confianza para que se ocupasen con honestidad y honradez de nuestros asuntos públicos.

Y es curiosísimo ver cómo se lanzan como perros al hueso nuestros queridos políticos de uno y otro bando, para sacarle todo el jugo posible al “y tu más” y utilizarlo en su provecho electoral, acaso por no tener verdaderas propuestas o soluciones a los muchos problemas que nos acechan.

Lo sorprendente es que ellos solo aciertan a ver los casos de corrupción aparecidos en el otro bando. Y ponen caritas de muy escandalizados y voces rabiosas e iracundas pidiendo responsabilidades políticas, dimisiones inmediatas, convocatorias de elecciones adelantadas para la regeneración política unos a los otros sin percibir el nauseabundo olor de la corrupción propia que intuyo que siempre tienen más cercana.

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“Oiga que le estoy viendo en el ojo a un diputado del PSOE en calzoncillos abrazado a una pelandusca y esnifando cocaína” grita alguno sentado a la derecha dirigiéndose a otro sentado a la izquierda sin acertar a ver al exministro de Rajoy ordenando el más siniestro e ilegal espionaje. “Oiga que le estoy viendo en el ojo a una lideresa que se hacía la tonta mientras su hermano se forraba vendiendo mascarillas cuando en plena pandemia morían setecientas personas cada día” le grita otro sentado a la izquierda a uno que está sentado a la derecha sin acertar a ver cómo como ellos repartían subvenciones a los coleguitas desde la Junta de Andalucía. Pero que vista tan aguda y perspicaz para observar la paja en el ojo ajeno y que miopes para ver la viga incrustada en el propio.

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