Comienza este curso casi como acabamos el anterior. A quienes no aprobaron junio siempre les esperaba septiembre, y así están nuestros políticos. Con unas cuantas ... asignaturas pendientes, y la más ‘hueso’ de todas es la de formar Gobierno.
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Vuelve el bucle de la batalla política y si hay algo que se ha estabilizado en estos meses es –irónicamente- la inestabilidad. Llevamos meses sin un gobierno efectivo, y varios años con gobiernos en minoría parlamentaria. Y a mí se me abren las carnes cada vez que sobrevuela la posibilidad de que tengamos que volver a elecciones. Serían las cuartas en cuatro años, que se dice pronto. De hecho, la mitad de los españoles no quiere repetir comicios y el 32,4% asegura que no volvería a votar.
Porque es más o menos como si nos dijeran a todos que el 28 de abril no lo hicimos bien. Que volvamos y votemos mejor, para que ellos -nuestros políticos- no tengan que hacer su trabajo, que al fin y al cabo es negociar.
Lo de gobernar viene después, pero si no son capaces de alcanzar el primer acuerdo, agárrense luego. Menudos momentos nos va a dar el Congreso de los Diputados. En este eterno afán de ponerse mutuamente palos en las ruedas, no avanzamos. Y así nos vamos a enfrentar a una situación económica que ya nos deja datos preocupantes, empezando por el pastizal que costaría repetir comicios (unos 138 millones de euros, casi nada).
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La primera evaluación de este curso político llega pronto: en 20 días hay fecha límite para formar gobierno. Hay quien dice que Pedro Sánchez está tirando de estrategia ‘marianista’. Que ante un problema, simplemente está dejando que pase el tiempo: lo mismo que hacía Mariano Rajoy.
Lo curioso es que si aquí suspenden, los que repetimos ‘curso’ con otras elecciones somos todos.
Últimamente está tentando a Unidas Podemos con una oferta de varios altos cargos, pero sin ministerios de por medio. Y anda Iglesias mosqueado porque dice que ya se han rebajado bastante y que esto ya roza la humillación. No está todo perdido, señores. Pero la cosa pende de un hilo.
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En ese mismo documento, que pretende ser un programa de gobierno, hay 370 medidas. Con él, el PSOE busca dos cosas: presionar a Podemos y presentar a su candidato a unas eventuales elecciones, con una palabra fetiche que Sánchez no ha parado de repetir: progresista, progresista, progresista.
La cuestión es que a mí la vuelta al cole siempre me gustó –aunque fuera la primera semana, por aquello de volver a ver a los amigos y estrenar cuadernos y rotuladores-. Y siempre me da cierta nostalgia ver los carteles de los centros comerciales anunciando la “vuelta al cole”. Pero por favor, que sólo vuelvan los niños y no el resto de la sociedad, papeleta en mano y con urnas de por medio.
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