PERDONA, no te lo tomes a mal eh, no es mi intención. Solo te digo que me ha sorprendido verte la cara, la verdad, no ... me la esperaba así. Me la imaginaba de otra forma. Ojo que no digo peor, digo diferente, te veo un poco raro. Y es que nos hemos conocido con el bozal puesto y ahora me ha sorprendido.
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Oye, pero me alegro, ya tenía ganas. No sé a ti, pero a mí el poder ver las caras de las personas me hace sentir que estamos más cercanos, que nos comunicamos mejor, que tenemos menos opciones de escondernos. De siempre se ha dicho que la cara es el espejo del alma.
Pero no veo la cara de todos, ni siquiera en la calle, al aire libre. Veo la de algunos, menos de los que me gustaría. No puedo saber si alguien cuando se cruza conmigo sonríe. Dicen que, si miras las arrugas de los ojos, puedes intuir esa sonrisa, pero no es lo mismo, a mí no me llega igual.
Ha pasado mucho tiempo desde que tuvimos que ponernos las mascarillas. Bueno, a ver, ha pasado mucho tiempo desde que el Gobierno reconoció que teníamos que llevarla, necesaria era mucha antes, pero no fueron capaces de conseguirlas y don Simón se había llenado tanto de sí mismo (parecía que se había tomado varios bricks de vino), que nos decía que las mascarillas no eran necesarias, y que esto del Covid era cosa de uno o dos contagios. Ay.
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Que ha pasado mucho tiempo, que llevamos mucho tiempo saliendo a la calle con la cartera, las llaves, el móvil... y la mascarilla. Y a todo se acostumbra uno, hasta a Pedro Sánchez. Vale, me he pasado, a Pedro Sánchez no.
Y claro a la gente le cuesta acostumbrarse a los cambios. Poco a poco, porque tenemos que ir asumiendo que este bicho se va a quedar con nosotros, pero que podemos volver a nuestra vida, a pesar de él.
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¿Te has dado cuenta que al final el Gobierno le ha pasado el marrón a las empresas? Que el departamento de riesgos de cada empresa decida si deben llevar la mascarilla o no sus empleados. Me comenta Manolo, el de la zapatería, que él no sabe si decir a sus dos empleados que se la pongan o no, que él, departamento de riesgos, no tiene y claro, empresas pequeñas, hay muchas.
Oye, pero si hablamos de cara, vamos de caras duras, yo con lo de “Rubi” y “Yeri” (ya solo los motes dan cierta grimita) es que no doy crédito. Y mira que llevamos una racha de las buenas, que montamos un circo y nos crecen los enanos. Te pones a escuchar las declaraciones y la única conclusión posible es que tienen más cara que espalda. La pela es la pela, ya se sabe. En fin, que me alegro mucho de verte.
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