Escribo con una copa de chardonnay de ‘Casa Madero’ que me eleva a los altares. Como dijo mi admirado José Luis Garci, rey de los ... martinis (guiño a la memoria de Alberto Estella y del “Florida”), el alcohol es un país... Y entre sorbo y sorbo, paro y pienso... ahhh, pensar, que costumbre perdida en la España bolivariana.

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Paro y pienso. Y miro el móvil. Descubro con satisfacción que la plataforma constitucionalista Unión 78, en la que muchos notables como Vargas Llosa, Jiménez Losantos, Leguina, Boadella, Savater o el citado Garci, han alzado su voz contra la modificación-eliminación del delito de sedición que planea el Gobierno de ese gran impostor que es Sánchez y sus heterónimos: Fidel Sánchez Castro, Nicolás Sánchez Maduro, Andrés Sánchez López Obrador, Francisco Sánchez Bahamonde, Mohamed Sánchez VI... Muchas veces he reclamado la presencia de los intelectuales y de las estrellas en la vida pública; en la época dura del terrorismo criticaba que prácticamente nadie hiciera frente verbal a la barbarie: Simplemente no iba con ellos y seguían cantando, escribiendo o jugando al fútbol. A nuestro nivel otras tantas ocasiones he lamentado la nula presencia de los universitarios sal mantinos en un debate público constructivo sobre la Universidad, sobre nuestra tierra y sus gravísimos problemas. Me consta que Salamanca siempre ha sido poco para ellos, de profesión paseantes de “El País”. España lo que necesita es levantarse. Sus babas me ponen perdido: las de la izquierda resentida y las de la derecha acomplejada, qué banda. Y levantarnos. No tener miedo ni vergüenza para denunciar sus mentiras y atropellos es la clave si creemos en la democracia y la defendemos, que es lo que se debate en plataformas como la 78, basada en lo que más nos une y nos protege: la Constitución. Lo único cierto en un mundo en teoría libre y estable es que no caben ni la delincuencia política ni el asalto feroz a las instituciones democráticas. “Mariano” Feijoo lo soportará, pero el país no. Basta ya de vaselina y defendamos la democracia y el bienestar, que es en lo que estábamos hasta que Zapatero, Zapatágoras, King Bolivar, cogió su tren y nos jodió la vida. Alcemos la voz y defendamos plataformas como la 78 o el movimiento Libres e Iguales (Cayetana, ¿dónde estás?) y a la intelectualidad, aunque hoy ser un intelectual es sinónimo de facha apestado, de rarito, un forajido contra la hipocresía política (con patrañas sanchistas como el “no vamos a dejar a nadie atrás”) y las subvenciones para lo más violento: comprar el voto del débil. El fin de la democracia.

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