La situación económica y social en la que viven los jóvenes españoles es, en verdad, lamentable y, lógicamente, se ha convertido en la prioridad social ... más acuciante. Prueba de esa mala situación es que se emancipan a una edad media de treinta años, tres años más tarde que los jóvenes del resto de la UE.

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BBVA Research acaba de publicar un informe titulado Medidas para fomentar el alquiler y ayudar a la emancipación de los jóvenes donde se señala que a los precios de la vivienda se une la alta tasa de paro, la temporalidad y los bajos salarios. Allí también se puede leer:

“La renta de los jóvenes es un 13 % inferior a la de los hogares de entre 25 y 54 años, situación en gran medida provocada por una de las tasas de abandono escolar más altas de la UE –solo superado por Grecia– y un paro juvenil del 30 %.”

“Además -añade-, la riqueza neta de los hogares jóvenes es un 80% inferior a la media del total de los activos, lo que les impide acumular ahorros y supone una limitación a la hora de acceder a un crédito hipotecario.

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Por otro lado, los alquileres se comen gran parte de los salarios que perciben los jóvenes. En todas las provincias, salvo Ciudad Real y Teruel, los hogares jóvenes deben destinar al pago del alquiler más de un tercio de la renta media del hogar y, en la mitad de las provincias, esa proporción es superior al 40 %. De hecho, en algunas provincias los jóvenes han visto duplicarse en solo ocho años el esfuerzo que tienen que hacer para acceder a una vivienda.

Y es que la política de vivienda prácticamente ha desaparecido en España. Unos pocos datos: el alquiler social representa en España el 1,1%del parque total, mientras que esa proporción es en la UE, de media, el 7,5% (en Holanda el 34%).

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Actualmente los propietarios que alquilan pisos a jóvenes se benefician de una reducción fiscal en su IRPF del 60% de lo que cobran por ese concepto, pero el informe del BBVA aboga por una reducción del 100%.

Existe, además, una confusa regulación que, según el citado informe, “ha afectado a los alquileres durante los últimos años”, por lo que parece urgente contar con un marco regulador claro y estable que atraiga la inversión y propicie que los jóvenes tengan una mayor oferta residencial.

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Como consecuencia de los datos aquí comentados, la fecundidad en España ha caído en picado y de esa baja fecundidad (1,26 hijos por mujer frente al 2,05 del nivel de reposición) se deriva inexorablemente una tasa de envejecimiento (personas de 65 años y más respecto a la población total) creciente y preocupante.

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