MUCHOS pensamos que el revolcón del Supremo haría que el dúo dinámico de nuestra salud, Casado e Igea, aflojarían. Ah, ilusos. Lejos de ... ello, nos permitieron más horas de calle, pero sin nada que hacer salvo pasear, que es muy sano. Ahora paseamos por encima de nuestras posibilidades y esto seguro que lo piensan, también, el Toro del Puente Romano, Lázaro y el Ciego, que están al lado, viendo la romería de paisanos al atardecer desfilando por la Ribera de Curtidores. De momento nos permiten ir a otras provincias a ver más bares y tiendas cerradas o a más paisanos en misa. Luego, cuando llegue el 23-F, ya veremos cómo dan el golpe. No ha sido una buena semana para Alfonso Fernández Mañueco, al que le llueven chuzos judiciales reclamando el lucro cesante: los optimistas miran al País Vasco, los pesimistas a Cataluña. En estos aciagos días para el presidente salmantino ha oído a la Asociación de Grandes Empresas de Distribución calificarnos como la comunidad más restrictiva de España junto a la catalana. Lo dice una asociación cuya dimensión no es, precisamente, la de una asociación de vecinos o de petanca. Lo digo por si acaso. En fin, que como dirían Astérix y Obélix, están locos estos romanos, ahora que mi admirado José Luis González Iglesias está a punto de sacar otra de sus novelas históricas, esta vez dedicada a Flavio Aecio y titulada “El salvador del Imperio”. El personaje existió y salvó a Roma de una gorda frente a los hunos –los de antes, no los de ahora—aunque no le libró de la traición. De nuevo, una puñalada por la espalda –algo muy común en Roma y en el Gobierno actual—acabó con el llamado “último romano”. Después de él nada sería como era. En este huerto se ha metido José Luis para escribir su nueva novela y seguro que es buena. Una de romanos, que se decía de las películas de entonces, que uno devoraba en las matinales del “España”, pero esto ya es prehistoria. Aquellos romanos, con su visión práctica de la realidad, ya nos habrían vacunado a todos y seguro que la profesora Amelia Castresana, sabia entre las sabias del Derecho Romano está de acuerdo.

Publicidad

De mis tiempos de Derecho recuerdo que se decía que el Derecho Penal era visigodo y el Civil, romano. Los abogados salmantinos ya tienen de hecho y derecho nuevo decano, también con apellido de saga familiar: José Javier Román Capillas, heredero de Valentín Román Pérez, que sustituye a Eduardo Íscar, cuyo apellido lo dice casi todo. La vida sigue, a pesar de todo, aunque de esa manera. Y por eso sonreí el miércoles cuando vi salir del hospital a Javier García Rubio, concejal contagiado de Covid, que también pasó por las aulas de la Facultad de Derecho, donde no lo pasó tan mal como en la UCI. Felicidades. Me alegro mucho.

Hubo una Salamanca romana, de la que apenas se habla, con sus murallas, sus casas, calles y hasta foro, que debía estar por el Patio de las Escuelas. Y su Puente Romano, claro, tan concurrido estos días. Lamberto de Echeverría, Don Lamberto, catedrático de Derecho Canónico y cronista universitario en este diario, aseguraba en una de sus crónicas que ese puente hizo más fácil el intercambio de mercancías entre el sur ganadero y el norte agrícola, impulsó el mercado y eso hizo posible la Universidad de Salamanca. Resulta difícil de rebatir, así que gracias, romanos. A Salamanca se la llamó un tiempo “Roma la chica” por su cantidad de monumentos y estar asentada en tres colinas o tesos. Y hasta se hicieron pegatinas.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas

Publicidad