Un amigo, estupendo cantante y actor, pero más discreto en artes literarias, me llama nervioso porque se le acerca el día de entrega de un ... escrito de homenaje al cineasta Luis García-Berlanga, con el que trabajó y que se comprometió a entregar para una publicación de la Academia de Cine con motivo del centenario del nacimiento del director.
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Como me gusta el cine divertido y surrealista de Berlanga, y nunca es tarde para vivir una experiencia tan loca como la de negro literario, me lanzo en plancha a la tarea y tras unos audios que me envía por Whatsapp y antes de ponerme a darle a las teclas repaso algunas de sus películas.
Es precisamente cuando estoy viendo algunos de estos largometrajes, caso de “La escopeta nacional” o “Todos a la cárcel”, cuando llego a la conclusión de que, efectivamente, puede que Berlanga muriera hace más de una década pero su espíritu sigue más vivo y presente que nunca en nuestros días. Las imágenes, por ejemplo, de Pablo Casado armado con una pala retirando nieve en Madrid o preguntándole a Ayuso por los quirófanos del Hospital Zendal, no parecen reales sino memorables escenas de cualquiera de las películas del maestro. Y qué me dicen de esa otra imagen en la que Fernando Simón, todo un director del Centro de Alertas y emergencias sanitarias del Ministerio de Sanidad, en plena rueda de prensa amenaza con meterse un dedo en la nariz. ¿Y la entrevista de Pablo Iglesias con moño y pendientes, confesándole a Gonzo que no es capaz de encontrar diferencias entre los republicanos exiliados en la postguerra y el pijo independentista fugado e instalado a cuerpo de rey en Waterloo?
Memorable también la escena del consejero de Sanidad de Ceuta declarando tras colarse en la lista de vacunación que él no cree en vacunas, pero que le obligaron sus colaboradores, no se sabe si emborrachándolo o esposándolo al sillón. Y qué me dicen de la batería de telediarios berlanguianos que nos tragaremos el próximo 14 de febrero, cuando acudan a votar a su correspondiente colegio electoral unos cuantos contagiados de Covid y comiencen a correr en dirección contraria, los ciudadanos a los que la suerte colocó como presidentes o secretarios de mesa. Siéntense y disfruten. Con todos ustedes, otra de Berlanga.
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