Pocos discuten que la bajada del IVA de los alimentos de primera necesidad es acertada, pero este Gobierno no acierta ni aunque rectifique. La reducción ... del impuesto lo pidió hace meses la oposición, pero como no era una exigencia de los socios, los proetarras, podemitas o golpistas, Sánchez hizo caso omiso
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La medida la toma en vísperas de fin de año, para que entre en vigor el 1 de enero con lo que eso supone de trastorno organizativo para los supermercados, fundamentalmente para las tiendas de alimentación pequeñas que no tienen la infraestructura necesaria para comercializar los productos con el nuevo precio, que no supone más que unos pocos céntimos.
Una de las dependientas, que tuvo que comenzar a trabajar ayer de madrugada para etiquetar los nuevos precios, me decía que habían bajado todos los panes pero que un céntimo o dos no se notaban. En una barra de pan de un euro, el ahorro es de 4 céntimos. Los clientes se siguen quejando de lo caros que están los precios en este inicio del año.
Un panadero aseguraba que él no podía bajar el precio del producto porque la harina sí ha bajado, pero el gasóleo, el gas y la electricidad han subido con este nuevo año.
Las tiendas que abrieron el día 2, festivo en Salamanca, no repercutieron la bajada en los productos de primera necesidad afectados por la eliminación del IVA o la reducción del impuesto.
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A la improvisación, se une el desconocimiento del Gobierno de lo que supone adaptar los sistemas informáticos a la nueva situación, se quejaba ayer en una tienda que frecuento cuando se me quedo en casa sin unas patatas, unos huevos o el pan.
La decisión del Gobierno del señor Sánchez de bajar el IVA seguramente esté bien, pero ¿no hubiera sido posible adoptarla hace dos meses, por ejemplo, para que entrara en vigor con el nuevo año? A los empresarios les habría dado tiempo a adaptarse sin la precipitación con la que han tenido que trabajar.
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Ayer me di una vuelta por supermercados y tiendas que frecuento y lo que aprecié es que los tenderos estaban enfadados y los clientes apenas si apreciamos la bajada. Lo que sí notamos es que la gasolina ha subido de nuevo, que vamos a desembolsar una media de 10 euros más por llenar el depósito y nos vamos a ahorrar unos 2 euros de media cada vez que nos gastemos en el supermercado 50 euros en la compra. También pagaremos más por la ITV, por los peajes de las autopistas o por el gas. Total, que con una simple suma y resta, este 1 de enero salimos perdiendo y el Estado sigue ganando en recaudación de impuestos o como dice el chiste: “tendremos que vender el coche para comprar gasolina”.
Pero la gran tomadura de pelo son los 200 euros que el Gobierno les da a los hogares vulnerables para paliar la escalada de precios en la cesta de la compra. Le han dado más a los jóvenes que en 2022 cumplieron 18 años para gastar en videojuegos o comprar regalos “culturales” que para paliar el hambre. Tremendo. Y lo peor es que el ministro de Cultura, Miguel Iceta, ya ha anunciado que habrá bono cultural de 400 euros para este 2023. Otro regalito electoral para todos los jóvenes que este año puedan votar por primera vez y si es a Sánchez, mejor.
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Los padres no tienen ningún tipo de rebaja en la compra de libros de texto -no deben ser cultura- pero los hijos se pueden enganchar a los videojuegos gracias a la beneficencia de este Gobierno. Si esto no es electoralismo barato e intento descarado de compra de votos, que me demuestren lo contrario.
¿Quién puede entender este dislate gubernamental? Los suyos.
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