Avanzamos con paso decidido hacia el toque de queda, que es un concepto que evoca contiendas bélicas y dictaduras, pero tiene algo de aquel mandato ... paterno según el cual tenías que estar en casa a las diez y ni un minuto más tarde. Algunos recordamos que fue Milans del Bosch quien decretó el último toque de queda en España, aunque solo para Valencia, un inolvidable 23 de febrero de 1981, mientras el bigotudo Tejero esperaba a una autoridad militar en el Congreso de los Diputados, que había tomado por la fuerza. El toque de queda de ahora, si se decreta, será por motivos sanitarios: hay que cerrarle al virus todos los puentes de contagio. Y digo puente porque mañana el de Enrique Estevan cumple 107 años. Salvaron, don Enrique Estevan y su puente nuevo, al histórico Puente Romano de una reforma que lo hubiese destrozado. Y esto siempre debe ser recordado. No fue fácil, que entonces había también sus cerriles. La obra del puente diseñado por Saturnino Zufiarre al gusto de Eiffel, o sea, a la moda, duró once años y cuando se concluyó había quien no se fiaba y recomendaba al tráfico pesado entrar o salir de la ciudad por el Puente Romano, que era de más garantía, y saludando al famoso toro, que como es sabido desde los tiempos de Gonzalo Correas, el gran recopilador de dichos y refranes, los dones, el toro de la Puente los quita y los pone. El llamado por los paisanos Puente Nuevo o Puente de Hierro eclipsó al del Pradillo y al de La Salud, que ya estaban ahí, y le dio otro aire a la vista de Salamanca cuando se entra desde la carretera de Madrid; fue trampolín de los más atrevidos, cuando en verano el río venía crecido, y sustituyó al arco de la Puerta de Zamora en la recepción oficial de la Ciudad a las personalidades, incluido el Papa Juan Pablo II.

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Va a ser raro ver las calles desalojadas por el toque de queda cuando sea de noche, porque a esta ciudad le cuesta cerrar el ojo. Sobre todo, los jueves (“juernes”) cuando el tropel universitario hace suyas calles y madrugadas, pero también viernes y sábado, y si hubiese fiesta de facultad cualquier noche vale para una buena quedada tras darse un toque. Así que vamos a ver de qué modo se aplica ese toque de queda que viene, que, por cierto, ha dado título a novelas de Ramón J. Sender, Jesse Ball, Alfonso Grosso, Raúl Tola y Adalberto Aguedelo, que haya descubierto en los buscadores. Como título de novela queda potente, hay que reconocerlo. Quizás en algún poema María Ángeles Pérez López haya recurrido al toque de queda. Estoy seguro de que le verá significados que se nos escapan. Lo pulirá hasta que provoque reflejos inimaginables. Doy por cierto que habrá pasado algún toque de queda y de alguna forma está ahí, en su poesía, tan suya que habla de ella, carnal y espiritual a la vez, como puede comprobar en “Catorce vidas y una más”, recién publicada. Un poemario para leerlo durante cualquier toque de queda, que nos revela el confinamiento perimetral de sus sentimientos. Grande.

Da un gusto enorme ir a la librería y ver el número notable de libros publicados recientemente por salmantinos o escritores relacionados con Salamanca. De todos los géneros. Obras que hacen menos gravoso este tiempo de pandemia, confinamientos y ahora toque de queda. Alivian el tránsito hacia el final del túnel, que ya se hace pesado, y alimentan la esperanza. Pérez López habla de “días que expanden una luz incendiaria más allá de si mismos” y digo, pues eso.

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