¡Ay, Silvia, la que has liado!. Tu que dibujaste un corazón amarillo, con el lema “Tierra de sabor”, en horas veinticuatro lo has convertido ... en un destemplado sinsabor, que desazona a quienes has traicionado, a muchos de los que has abrazado, y barrunto que a miles de electores. Por elegancia política - existe, te lo aseguro -, podías haberte ahorrado los improperios contra Mañueco, y el PP de Castilla y León, haber esperado un tiempo para pegarte ese indecoroso arrimón a Ciudadanos. Son casi 20 años, Silvia, desde que los populares te rescataron de aquel Mesón de tus parientes en Torrecaballero, donde servías esmeradamente cochinillo asado segoviano -, habiendo sido de todo€menos Presidenta de la Comunidad. Si me permites el juego de palabras, has hecho honor a tu nombre – Silvia -, penetrando en la selva política, portándote de forma selvática; y no eres como tu apellido – Clemente -, has sido inclemente, áspera, con quienes fueron tus correligionarios hasta hace pocas horas.
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Con lo lista que eres, ¿cómo pudiste irrumpir en Ciudadanos cambiando la camisa azul pálido por una naranja sanguina y presumiendo de que traes “aire fresco”?. ¡No seas fresca, Silvia!. Eres camisa vieja y traes aire calentorro de haber asentado tus posaderas dos décadas en poltronas privilegiadas, cobrando pelín mas, jajá, que de camarera. Hay incluso quienes afirman que traes aire contaminado por hechos que se te imputan, a los que yo te aplico la presunción de inocencia. Y encima el aparato te ahorra un embarazo (esos nueve meses de antigüedad que exigen los Estatutos para poder aspirar a cargos), llamándote “independiente”, tiécojó. Así, como no has entrado, nadie podrá decir que has alborotado el gallinero “Ciudadano”.
En fin, has sucumbido a tu ambición y a la conspiración de ese Aviraneta de vía estrecha, pucelano, urdidor siniestro de candidaturas, que es Pablo, Pablito, Pablete Yáñez, diputado seismesino por Salamanca en 2015, que dijo que aquí seguíamos como en “Los santos inocentes”, que jodío. ¿Sabes que si ganas las primarias dimite la elegante, coherente edil del pelo rojo y rizo, Ana Suárez?. A otro “Ciudadano” notable le he oído decir angustiosamente : “¡Espero que no gane!”. Ay, cuantos quisieran verte de nuevo caminito de aquel mesón segoviano, a servir cochinillo asado. Mal rollo, Silvia, demasiados sinsabores.
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