EMPEZAMOS un fin de semana complicado, lleno de un “rosa” que se transformará en amarillo antes de que el “gallo” del corral patrio, cante tres ... veces. La prensa del corazón pone su hígado al sol de Sanxenxo y de una Galicia que, de nuevo, se sube al edén. Y mientras el mundo gira, el universo nos permite fotografiar un nuevo agujero negro que, más que un agujero, parece el “ojo de Sauron”.

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Al mismo tiempo que la letra de los acontecimientos nos golpea una y otra vez con una información que nos desestabiliza cada día un poco más, la música se pone de luto con el fallecimiento de Vangelis, el compositor griego que ganó un Oscar por “Carros de fuego”; ese enamorado del sintetizador que, a pesar de disfrutar del éxito en la escena europea del “rock progresivo” de principios de la década de los 70, se sintió incómodo con sus expectativas artísticas comerciales y decidió retirarse a su estudio de grabación londinense alejándose del mundanal ruido, siguiendo la senda de los pocos sabios que en el mundo han sido. Así creó la partitura de “Carros de fuego”, una música maravillosa que hace épica la historia del triunfo de un grupo de corredores británicos en los Juegos Olímpicos de 1924, retratando el esfuerzo del deporte para siempre. El gran éxito de “Carros de fuego” eclipsó otras de sus magníficas partituras como la de la película “Missing” o la de “Blade Runner”.

Este ojo que observa se pregunta qué música habría puesto Vangelis al agujero negro Sagitario A*(A Estrella) que ha puesto de manifiesto, una vez más, la vigencia de la teoría de la relatividad. En el centro de la Vía Láctea, a 25.000 años luz, con ocho impresionantes ojos que observan el Universo con sus radiotelescopios asociados al Telescopio Horizonte de Eventos (EHT), nos han dejado una imagen mucho más exacta que la del primer agujero negro fotografiado en 2019 aportando en esta ocasión, una información tal, que va a dar a los científicos material suficiente como para hablar mucho de ello en los próximos meses. Reflexionar sobre este tema, me hace reconsiderar la pequeñez de los asuntos en los que nos desenvolvemos a diario y me reconforta saber que hay una parte de la humanidad que sigue haciéndose las preguntas eternas.

Mientras tanto el vulgo en general, empezamos a ver en el horizonte un problema más: “La viruela del mono” otra peligrosa infección, mientras el COVID aún campea sobre nuestra primavera, más próxima al verano de lo que nos dicta el calendario. Aunque aparece aún en noticias secundarias, los expertos consideran que puede expandirse como el VIH del S.XXI. Después de lo vivido en los últimos años, nada es desdeñable y todo es preocupante. En esta ocasión los más vulnerables van a ser los menores de 50, pues carecen de la vacuna de la viruela...

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