La entrega de distinciones municipales esta semana permitió algunos reencuentros en estos tiempos que siguen siendo complicados, de ahí la arenga final del alcalde, Carlos ... García Carbayo, en su intervención a disfrutar del momento, pero con responsabilidad, aunque la reaparición del dúo dinámico de nuestra pandemia, Verónica Casado y Francisco Igea, no augura nada bueno. Horas más tarde, precisamente, llegaba la amenaza de Igea. La impresión es que todo va a ir a peor. El acto del Liceo dio lugar a momentos emocionantes, sobre todo con la proyección del vídeo de homenaje a los sanitarios con la voz dulce de una niña, hija de una sanitaria. Recordar aquellos días sigue siendo duro. Pero también tuvo pellizco el vídeo de homenaje a LA GACETA apoyado en fotografías antiguas y testimonios de compañeros que hablaban de la necesidad de información, de buena información, en estos tiempos en los que te la endosan doblada si te despistas, que también apuntó Pedro Díaz (¡Viva el presidente!) en su alocución de agradecimiento, muy serio y solemne. Recordé a algunos que ya no están y con los que compartí páginas, y me dio eso que se llama “bajona”. El gran Javier Gallego, periodista salmantino, condujo una gala sobria, al estilo de la casa, que reunió a otros receptores de galardones, como Sebastián Battaner o María Jesús Mancho, en nombre del Centro de Estudios Salmantinos, o figuras vinculadas a los homenajeados, como Ignacio Berdugo, penalista igual que Pedro Dorado Montero, o representantes sanitarios. La cita no contó con Alfonso Fernández Mañueco —de campaña electoral en las sedes de su partido— pero sí estuvo Julio López, paisano, portavoz de la Junta. También Enrique Cabero, presidente del Consejo Económico y Social, una entidad ejemplar en materia de acuerdos, y Agustín Sánchez de Vega, otro paisano, que preside el Consejo Consultivo. Hoy, como ayer, nuestros juristas ocupan lugares destacados en las instituciones. Ayer, cuando nuestro Francisco de Vicente fue clave en la preautonomía. Estuve cerca, como lo estuve de Isabel Bernardo y de Francisco Hernández, presidente de la Semana Santa, que será uno de los acontecimientos recuperados el año que viene. Espero. Mañueco sí estuvo ayer en Huerta Otea inaugurando la nueva pasarela, que añade otro punto de sutura al Tormes.

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Esa noche de homenaje la niebla se retiró después de quinientos días, según mi admirada profesora y escritora Victoria Álvarez, devota de lo victoriano y su romanticismo. Si no hemos tenido quinientos días de niebla ponga que han sido, cuatrocientos cincuenta, así que cuando al día siguiente salió el sol también salió el lagarto que todos llevamos dentro. Esa noche de medallas, también recibía su homenaje americano nuestra Penélope Cruz, que ha deslumbrado en rojo y amarillo —por separado— a los anfitriones a la vez que las revistas se preguntaban si estamos o no ante una tendencia. Supongo que a nuestra torera Raquel Martín no le hará ninguna gracia el amarillo, color fatídico en los toros, pero también en el teatro, donde despunta el nombre de Elvira Rivas, actriz y autora galardonada en su categoría joven. Cerca del Liceo, junto a la escultura de Vicente del Bosque, que cumple años este jueves, cuando quizás usted celebre un casi imposible premio de la Lotería, coincidí con el escultor Valeriano Hernández, encargado por una influyente asociación europea de artistas para unir dieciocho mil kilómetros de Europa con obras de arte. Salamanca podría estar, me dice, y en ello anda. Resulta impresionante la consideración internacional hacia nuestro escultor, como la que tiene la escena española por nuestra Helena Pimenta, que vendrá a Salamanca en las próximas semanas con “Los Pazos de Ulloa”, la novela de Emilia Pardo Bazán, que ha adaptado al teatro, supongo que despojándola de todo el manto naturalista que la envuelve, incluida la niebla, y quedándose solo con la trama. Será también en el Liceo, teatro reinaugurado por la reina Sofía mucho antes de ser emérita y calificada por Raphael de amiga. Hoy, el de Linares, para en Salamanca con la gira que recuerda sesenta años de profesión. Sí, para muchos, Raphael siempre ha estado ahí, como LA GACETA.

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