¿Alguien con dos dedos de frente soñaba con que Pedro Sánchez iba a designar a Salamanca como sede de la Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial (AESIA)? ¿De verdad? Está bien, señor alcalde, que nos ilusione como ciudad con caramelos de este ... tipo, pero hasta el más iluso sabía que no íbamos a saborear este dulce.

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El Gobierno decidió ayer que la sede de este organismo se instale en La Coruña, una ciudad que -¡oh, casualidad!- está gobernada por una joven alcaldesa socialista, Inés Rey. A la par, entregó la sede de la Agencia Espacial Española a Sevilla, que -¡menuda coincidencia! está regida por Antonio Muñoz Martínez, otro compañero del partido de la rosa y el puño. Blanco y en botella.

Lo más cachondo de este enjuague es que la ministra portavoz y de Política Territorial, Isabel Rodríguez, haya esgrimido una serie de argumentos técnicos para avalar una decisión tomada por criterios puramente políticos.

Dijo la voz del Gobierno que para tomar la decisión se valoró que la ciudad gallega ofrecía ayudas para los trabajadores que se tuvieran que desplazar hasta allí y para sus familias, que la candidatura había recibido el apoyo explícito de la Xunta como única opción de la comunidad autónoma, que las universidades gallegas están muy bien posicionadas en inteligencia artificial, que por aquellos lares existe una fuerte relación entre la investigación y las empresas y que así se va a impulsar la Eurorregión Galicia-Norte de Portugal favoreciendo la cooperación transfronteriza. Bla, bla, bla.

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Cualquiera de esos puntos los cumple de sobra Salamanca. Pero claro, aquí, a orillas del Tormes, gobierna el PP con la ayuda de la parte más cercana al centro-derecha de Ciudadanos. Y lo más duro de todo es que el PSOE ni está ni se le espera. Cómo será la cosa que la candidata a las primarias socialistas para luchar por la Alcaldía, Soledad Murillo, ha señalado que se presenta porque esta harta de ver a su partido perder elecciones. Pues no le queda nada...

Para descentralizar la administración, que es la excusa apuntada por el presidente del Gobierno para repartir sedes de instituciones a precio de saldo, no hace falta montar todo este cambalache en el que 14 ciudades competían por conseguir una sede de ocasión. Es preferible dársela al amigo -que es lo que finalmente se ha hecho- y así no enfadas a las otras trece candidatas, que algunas eran del mismo color político que Pedro Sánchez.

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Hasta la socialista alcaldesa de Segovia, Clara Martín, o Clara II como se la conoce bajo el acueducto, se ha enfadado y ha llegado a decir que se han priorizado cuestiones “más allá” de las meramente técnicas y que, desde luego, así no se lucha contra la despoblación.

Hasta el podemita Pablo Echenique ha afeado la decisión gubernamental de entregar las sedes de ambas agencias a capitales de provincia pujantes, en lugar de a otras que intentan salir de la España vaciada.

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Nosotros lo teníamos claro. Gobierno en la ciudad del PP y sin grandes posibilidades de arrebatárselo el próximo mes de mayo. Único gobierno en coalición del PP con Vox en una comunidad autónoma cuyos comicios regionales no llegarán hasta 2026. Motivos ambos más que suficientes para que Pedro Sánchez, al ver la candidatura salmantina, soltara una de esas carcajadas de sobradito a las que nos tiene acostumbrados en el hemiciclo. La misma risotada que le debe entrar cada vez que desde las instituciones salmantinas se reclama que vuelvan las frecuencias del tren rápido entre Salamanca y Madrid. En fin, habrá que borrársela de la cara.

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