El campo está enfadado y ayer hizo una demostración de poderío, que diría Ángel Rufino de Haro, realmente espectacular: cerca de tres mil profesionales ... a pie y trescientos tractores ocuparon dos arterias principales de Salamanca, como Canalejas y Gran Vía, en medio de la fascinación general. Nadie que tuviese un teléfono móvil a mano pudo evitar la tentación de sacar una fotografía de los tractores en las calles y ese detalle ya denota que la escena tenía algo de histórico. De hecho, veteranos del movimiento agrario no recordaban algo igual. Puede, dijo Guillermo González, de UPA, que la protesta por el asunto de las vacas locas tuviese más manifestantes, pero desde luego ni mucho menos tantos tractores. Es que impresionaban; si hubiesen sido tanques en lugar de tractores el corazón se nos hubiese parado de golpe y sin el nuevo hospital en marcha. Bueno, ahí continúa nuestro “Clínico”, que tiene los años contados: será derribado y su lugar lo ocupará el bloque de consultas, que temporalmente se instalarán –eso se dice— en el edificio de “maternidad” del “Virgen Vega” hecho allá por el año 1973. Nuestro “Clínico”, que hace maravillas con lo que tiene –por ejemplo, en Cardiología—, no imagino lo que podrá hacer con el nuevo equipamiento, aunque yo soy mucho de factor humano. Sobre todo, cuando se trata del corazón.
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Estuve en la visita al nuevo complejo hospitalario y todo me pareció grande a pesar de la imagen de hospital robado por la falta de mobiliario. Cuando digo grande me refiero a dimensiones de otra galaxia comparadas con las de nuestro “Clínico”. Pasillos interminables, distribuidores como terminales de aeropuerto, laboratorios y despachos por todas partes, y ese hall de entrada desde el río monumental como una catedral. A eso me refiero. Y bien por las explicaciones de Luis Ángel González; si de Manuel Fraga se decía que le cabía el Estado en la cabeza a González el nuevo complejo hospitalario le baila en la suya. De memoria se lo conoce. Se diría que vive allí, que es su casa.
Volvamos al campo, que ayer se salió, como se ha salido el Mediterráneo estos días de atrás, y anegó la ciudad con sus tractores y su enfado. Había que ver a Aurelio Pérez, de COAG, en plena Gran Vía dando instrucciones a los tractores. Le pregunté si la “mili” la hizo en la Acorazada “Brunete” y me dio la callada por respuesta entre sonrisas. Desfilaban los tractoristas por la Gran Vía representando a todo el campo orgullosos, como se desfila en las guerras después de tomar una ciudad. Entre banderas, además, de las organizaciones agrarias, cuyos representantes subieron después al despacho de la subdelegada del Gobierno a decirle estos son nuestros poderes y esto es lo que reclamamos, que es algo tan lógico como un precio justo por nuestro trabajo, que forma parte, además, de una percha que se llama dignidad, de la que cuelgan también una vida y unos servicios dignos, y un respeto. A ver ahora qué es lo que hace con ello Encarnación Pérez, subdelegada. Espero que no se le traspapelen las reclamaciones entre informes policiales sobre el asesinato de “El Chispi”, digno del argumento de un ajuste de cuentas por encargo, con réplicas, seguramente. Una historia del género de Domingo Villar, entre otros, autores de novela negra.
En fin, han hecho bien los del campo en manifestarse, para que la sociedad se entere. Ahora, sería bueno que nos dijesen en qué podemos echarles una mano.
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